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miércoles, 30 de julio de 2025

DIOS NOS VISTE


 Lectura: Génesis 3:1-21

Cita: Génesis 3:21 “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”

 

La tentación es una oferta insuperablemente sorprendente, tanto que es capaz de desconectar los circuitos de la razón y de la memoria, haciendo que se nos olvide que las decisiones erradas tienen costos impagables.

Desde el principio Satanás ha sido el seductor por excelencia: primero ofrece lo inalcanzable. Luego, cuando el hombre consuma su pecado, le hace sentir miedo de Dios y vergüenza. Así lo leemos en esta historia que narra la caída de Adán y Eva en el paraíso. Después que pecaron se escondieron en el huerto, no querían ver a Dios, tuvieron miedo y vergüenza porque estaban desnudos.

Los seres humanos muchas veces actuamos de la misma manera que Satanás. Cuando alguien comete un pecado que nos parece grave, descubrimos su vergüenza, lo pregonamos por todo el mundo, le desnudamos ante todos para hacerle sentir como miserable e indigno del perdón de Dios.

Pero Dios siempre tiene misericordia del pecador y cuando Adán y Eva se sintieron miserables porque estaban desnudos, Él mismo les hizo túnicas de pieles y los vistió.

Dios no quiere la muerte del pecador, no quiere condenarle, no quiere destruirle. Él sólo quiere perdonarle, reconciliarle con Él, hacerle una nueva criatura y darle vida eterna.

Si entendemos lo infinito de la misericordia de Dios, nunca deberíamos sentir miedo de que Él nos condene, porque, aunque nuestros pecados sean negros o rojos, Él puede hacerlos blancos como la nieve y nunca más acordarse de ellos.

No importa lo que hayas sido en el pasado, si estás arrepentido y Jesús es tu salvador personal, lo único que Él quiere de ti es que le entregues tu corazón, porque te ama con amor eterno, porque dio su vida por ti en la cruz del Calvario, nunca te va a rechazar, porque no es hombre rencoroso, Él es Dios de toda misericordia.

Pensar que Dios todos los días está afanado revisando nuestra lista de pecados para echárnoslo en cara en la menor oportunidad, eso es bajar a Dios al nivel humano. Él es Santo y su perdón es perfecto, Él levanta al caído, le restaura, le da una nueva vida, inscribe su nombre en el libro de la vida y lo hace ciudadano de Su Reino.

Levanta tu mirada al cielo, porque ahí está el único que tiene poder para juzgar, para perdonar y para regalar vida eterna. Satanás ha sido derrotado y nunca podrá separarte del amor de Dios que es en Cristo Jesús. ¡Gloria a Dios!

 

Pensamiento: Mientras el hombre desnuda los pecados de su prójimo. Dios viste nuestra vergüenza con su amor y su misericordia.

La gloria y la honra sean dadas a Dios

 

martes, 8 de julio de 2025

QUÉ DIFÍCIL ES MENGUAR


 

Juan 3:30 “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”

Juan no fue escogido por un hombre ni por ninguna institución humana, sino por el mismo Dios, para preparar el camino del ministerio terrenal de Su hijo Jesús.

Juan vivió su ministerio en el desierto, comiendo legumbres y vistiendo con pieles de animales. Siempre aclaró que no era a él a quien debían darle importancia, sino al que venía después de él; tan majestuoso y poderoso que él “no era digno ni de amarrarle la correa de sus sandalias” (Juan 1:27)

Lo que Juan quería decir es que debe haber más Cristo y menos de nosotros. Menos ego, menos “yo”, porque la gloria es toda para Dios.

Muchos predicadores no han comprendido esta realidad y observamos que se promocionan exhibiendo grandes imágenes suyas en primer plano; para disimular, incluyen alguna referencia a Jesús, pero esta queda relegada a un segundo plano. Es decir, le dan la espalda a Jesús.

Y luego llega el momento del mensaje, donde abundan los ejemplos personales o familiares, como si no hubiera suficiente riqueza en la Palabra de Dios para extraer de ella los ejemplos necesarios.

Pero un día estarán frente a Dios y rendirán cuentas de su orgullo, de jactarse con un ministerio cuyo propósito es únicamente Cristo.

Jesús mismo, dijo que “entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista”.

Es necesario que quien anuncia el Reino de Dios sea humilde, que aprenda a menguar para que la persona de Jesucristo sea engrandecida y glorificada.

Si es triste perderse en el mundo, es mucho más triste perderse estando dentro de una iglesia, y peor aún, siendo ministro.

La gloria y la honra sean dadas a Dios.