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lunes, 12 de febrero de 2024

El Perdón

 

 Cita: Mateo 18: 33  

“¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”


El apóstol Pedro le pregunta a Jesús: “¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?  ¿Hasta siete?”

Según la tradición judía, se podía perdonar hasta tres veces. Pero Pedro, queriendo mostrar su nobleza de corazón, dice que está dispuesto a perdonar hasta siete veces.
Jesús va más allá, le responde que debe perdonar hasta setenta veces siete, significando esto que el perdón es ilimitado y le refiere una parábola:

 El Maestro relata que un siervo le debía al Rey diez mil talentos (equivalentes hoy a unos     $10, 800,000 dólares). No teniendo como pagarlos, se postró delante de su Señor y le suplicó paciencia, que él le pagaría todo. El Rey movido a misericordia le perdonó la deuda.

Aquel siervo salió de la presencia del Rey dando saltos de alegría, va jubiloso cantando por las calles, cuando de repente, sucede algo increíble: Encuentra a un consiervo suyo, el que le debía cien denarios (equivalentes hoy a unos $ 18 dólares). Con lujo de violencia lo agarra por el cuello y lo está ahorcando para exigir que le pague. No valieron las súplicas del consiervo, y aquel que acababa de ser perdonado por su Señor, lo echó en la cárcel.

La vieja naturaleza no quiere perdonar, lo único que quiere es descargar su ira y vengarse. La vieja naturaleza sólo quiere ahorcar a todo aquel que le deba algo, por insignificante que sea.
En cada ser humano, esta vieja naturaleza adquiere diferentes matices, unos más virulentos, otros más inocuos; pero todos, igualmente lesivos.

Esta es la tragedia del ser humano, sabiendo que él necesita de perdón, es incapaz de perdonar a otros. Aun sabiendo que Dios le ha perdonado deudas mucho mayores, y, francamente impagables.

¡Pero cuidado!  La historia tiene un final justo. El siervo malo fue llamado nuevamente ante la presencia del Rey, quien enterado de lo que había hecho con su consiervo, lo echó a la cárcel para que le pagase todo lo que le debía.

Dios nos llama a cuentas todos los días y nos ordena perdonar a los demás como Él nos ha perdonado a nosotros. Dios, además, es paciente, nos concede el tiempo suficiente para que procedamos a arrepentimiento. 

Muchas veces las personas se confunden, porque todo les sale bien y se sienten bendecidos y prosperados; pero es sólo la misericordia de Dios que les está una oportunidad para arrepentirse. Un día el tiempo de Dios y Su paciencia, llegan a término, y Dios hace justicia al agraviado con Mano Fuerte. Dios no puede ser burlado.

Pensamiento: Si no deseas que Dios te cobre lo que le debes, perdona a los que te deben.

martes, 23 de enero de 2024

Cómo Perdonar


 

El perdón de Dios al pecador es el tema central de la Biblia y es importante saber y entender en qué consiste.

 El perdón es el mayor acto de la misericordia de Dios, pero no se realiza de manera unilateral, Dios no perdona a todo el mundo, sino que perdona a quien le busque para pedírselo.

 En Isaías 1:18 leemos: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueron rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana,”

Ese es el primer paso, ir a Dios y ponerse a cuentas con Él; pero esto sólo es posible si el pecador primero se arrepiente. En uno de sus primeros discursos el apóstol Pedro dice: “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados”. (Hechos 3:19)

El reconocerse como pecador, arrepentirse delante de Dios y pedirle perdón, eso es estar a cuentas. El pecador se arrepiente y Dios borra sus pecados. Dios limpia al pecador, que pasa de tener el alma manchada de un rojo intenso como la grana, a tenerla blanca como la nieve. En el registro de Dios, el pecador ahora es contado como justo; porque sus pecados han sido borrados.

En Isaías 43:25, dice: “Yo Soy (Dios) el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados.”

Esto tiene un significado que no muchos valoramos en su verdadera dimensión, es el Todopoderoso comprometiéndose con un pecador que nada tiene que ofrecerle, a borrar sus pecados y no recordarlos nunca más.

Pero, esto no es como se dice popularmente, que el perdón es olvido. No es que a Dios el perdonar le provoque una crisis de amnesia. Dios no olvida nada; pero se compromete a borrarlos, es decir, a dejar el saldo en blanco.

Esto quiere decir que si vuelves a cometer el mismo pecado, cuando ya habías sido perdonado, Dios no va a decirte, bueno ya van dos. No, porque el saldo estaba en blanco y el conteo empieza nuevamente de cero. Es igual a un balance contable, cuando una deuda es cancelada, el balance queda en cero y nunca más se puede volver a cobrar ese dinero.

 La Biblia llama REMISIÓN de pecados al hecho de que Dios borra nuestros pecados de su registro divino. Remisión significa enviar los pecados lejos. Dios envía lejos nuestros pecados, es como si se lanzara un misil, éste nunca más podría regresar a nosotros.

Los hijos de Dios debemos aprender a perdonar en esa misma manera. Sabiendo que cuando perdonamos nos estamos comprometiendo a no recordar nunca más la transgresión.

 Muchas veces hay personas que dan testimonio en sus iglesias de cómo perdonaron a quienes les hicieron daño. A veces cuentan que perdonaron a sus padres por haberles causado dolor o tristeza, pero que “gracias a Dios, lo superaron”. Esto es contradictorio, porque si ya se perdonó no se puede estar echando en cara la transgresión. Además, es bochornoso, porque ofenden a los padres, están hablando mal de ellos, sacando los trapos sucios al sol, faltando al mandamiento de honrar a sus padres.

 Lamentablemente, quienes dan ese tipo de testimonios, no han entendido en qué consiste el verdadero perdón.

El que perdona, nunca más debe traer a colación lo que sucedió alguna vez. Así como dice la Biblia que Dios arrojará nuestros pecados a las profundidades del mar y que nunca más se acordará de ellos, así mismo deben hacer los creyentes cuando se comprometen a perdonar a alguien.

Que Dios nos bendiga y nos edifique con su Santa Palabra.