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martes, 28 de enero de 2025

LO QUE SE DEBE PREDICAR

 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; ENSEÑÁNDOLES QUE GUARDEN TODAS LAS COSAS QUE OS HE MANDADO; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20)
 

Jesús resucitado habla a los once discípulos y les da la última ordenanza. Es un momento glorioso, es Jesús revelando su deidad y su Señorío “toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” El Cristo que había sido humillado en la cruz del Calvario, ahora ha sido exaltado hasta lo sumo por Dios, que le dio un nombre que es por sobre todo nombre. (Filipenses 2:9).

Ahora, con esa autoridad que le ha sido dada, MANDA a los apóstoles a “hacer discípulos a todas las naciones.” La Gran Comisión dada por Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, no contiene margen para la duda, la orden fue clara, concisa y precisa: “ENSEÑÁNDOLES QUE GUARDEN TODAS LAS COSAS QUE OS HE MANDADO.”

 Predicar el Evangelio de la salvación y todo lo que el Maestro les había enseñado acerca del reino de Dios y su justicia, eso mismo debía ser lo que enseñaran los discípulos del Maestro, eso y sólo eso. Enseñar que Jesucristo vino al mundo y que murió en nuestro lugar para cancelar nuestra deuda de pecado, y que todo aquel que le aceptase como su Salvador personal, tendría salvación y vida eterna. Que Jesucristo resucitó y que si Él resucitó, también nosotros resucitaremos para estar por siempre con Él. Los discípulos debían predicar y ser fieles a la Palabra que Jesucristo les dio, enseñando que ningún hombre puede ser salvo por sus propios medios y que Dios “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan.” (Hechos 17:30)

 En Las cartas de Pablo, en las de Pedro y en las de Juan, hay serias advertencias contra la falsa doctrina y los falsos profetas y maestros. Por ejemplo, Juan dice en su segunda carta, verso 10: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!

Las advertencias contra la apostasía son muchas y el que cierra sus oídos a ellas, está en franca rebelión contra Dios, y no es de Dios.

Los falsos profetas no están enseñando el evangelio de la salvación; sus mensajes ofrecen sanidad, éxito laboral, prosperidad económica, autoestima elevada, sanidad emocional, vida feliz en este mundo, aquí y ahora.

 Una buena pregunta sería: Si ese evangelio de la prosperidad, la salud y la felicidad es, al parecer, sólo para gente insatisfecha con la vida, amargados, acomplejados, desequilibrados mentales y enfermos, ¿Qué le puede ofrecer ese “evangelio” a la gente que tiene estabilidad económica, que tiene salud, que tiene trabajo, que está feliz con la familia que tiene? Sinceramente, absolutamente nada, o quizás una mansión en Dubái, un Lamborghini o un viaje a las estrellas.

 “ID Y HACED DISCÍPULOS”, esa fue la ordenanza. No dice “id y haced personas satisfechas con la vida o exitosas en sus emprendimientos”

Los apóstatas han devaluado el tema de la salvación y han puesto al ser humano como preeminencia. Por encima de la persona sublime de Jesucristo han puesto al hombre como merecedor de todo. Usan en vano el nombre de Dios y lo blasfeman.

 La gloria y la honra sean dadas a Dios.