Buscar este blog

Mostrando entradas con la etiqueta #orar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #orar. Mostrar todas las entradas

sábado, 31 de mayo de 2025

LA ORACIÓN QUE DIOS OYE


 “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” (Juan 15:7)

La frase “Si permanecéis en mí” es condicional. La condición que pone Jesús es permanecer en él. Y sólo puede permanecer en Jesucristo la persona que le ha reconocido y aceptado como su Salvador personal, por lo que, la promesa de recibir lo que se quiere es válida solamente para los hijos de Dios, no es para todo el que dice creer en Él.

El apóstol Santiago dice en su carta: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen y tiemblan.” El simple hecho de creer en Dios, apenas nos coloca al mismo nivel de los demonios, porque ellos creen, pero no obedecen ni se someten a Él.

Ser hijo de Dios va más allá de creer en ÉL, la Biblia dice que “a todos los que le recibieron (a Jesús), a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:12). 

Creer es algo más que un mero conocimiento intelectual. Creer es recibir a Cristo como Salvador y obedecer sus mandamientos. Jesús les dijo a los judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31). Esto significa que sólo los salvos pueden permanecer en Cristo. Juan en su primera epístola reafirma esta idea: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” (1ª Juan 1:6).

Jesús, cuando oró por sus discípulos lo dijo de una manera que no deja lugar a dudas: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste;” (Juan 17:9). Jesús no ruega por los inconversos y tampoco les concede lo que piden.

¿QUÉ ES PERMANECER? Como siempre, la Biblia nos responde: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” (1ª Juan 3:24).

Sólo los salvos tienen al Espíritu Santo: “En él (en Cristo) también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” (Efesios 1:13). Dios no escucha directamente nuestras oraciones, sino que el Espíritu Santo que mora en nosotros es quien intercede con gemidos indecibles (Romanos 8:26), además, esta obra intercesora del Espíritu Santo es paralela a la obra intercesora de nuestro Señor Jesucristo: “por lo cual (Cristo) puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para INTERCEDER por ellos.” (Hebreos 7:25)

“Porque hay un sólo Dios, y un sólo MEDIADOR entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1ª Timoteo 2:5). El creyente que obedece a Dios y que guarda sus mandamientos, sabe que todo se lo debemos pedir a Dios el Padre en el nombre de Jesús, no hay otro mediador que interceda por nosotros.

Muchos cristianos, a veces con tristeza, dicen que oran y que Dios no les responde. Pero, amados, Dios NUNCA falta a sus promesas. Si pedimos conforme a su voluntad y permanecemos en comunión con él, podemos pedir lo que queramos y lo recibiremos.

Reflexionemos sobre nuestra comunión con Dios y pongámonos bajo su lupa, a fin de reconocer en qué estamos fallando, luego arrepintámonos de corazón. Entonces Dios cumplirá su promesa.

Si aún no has recibido a Jesucristo como tu Salvador personal, hoy es el día de tu salvación, no endurezcas tu corazón, porque a los que le recibieron les espera una vida eterna en las mansiones celestiales y mientras llega ese día, acá en la tierra, el Señor es nuestra ayuda, nuestro oportuno socorro y nuestro abogado.

 

Que Dios nos ayude a todos.