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viernes, 17 de enero de 2025

COMO OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS

 Como ovejas en medio de lobos

Lectura: Hechos 7 8-60

Cita: Hechos 7: 60 “Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.”

Esteban, elegido diácono, era varón lleno de fe y del Espíritu Santo, no sólo servía las mesas para atender a los hermanos, sino que además hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Fue injuriado por los libertos de Cirene, quienes le acusaron de blasfemar contra Moisés y contra Dios.

Fue llevado al concilio ante el sumo sacerdote, y lleno de poder del Espíritu Santo, en lugar de defenderse, predicó la Palabra de Dios. Los que le escuchaban eran hombres duros de cerviz, de oídos y de corazón endurecido, que no entendieron el mensaje de Dios, por el contrario, se enfurecieron, se taparon los oídos, gritaron y la arremetieron contra él. Luego le sacaron de la ciudad y ahí le mataron a pedradas. Ya agonizante, Esteban, “puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.”

Observando aquel espectáculo estaba Saulo de Tarso, fariseo e implacable perseguidor de los cristianos, quien consintió en la muerte de Esteban. Algún tiempo después, Saulo se convertiría y sería conocido como el gran apóstol Pablo.

A través de la historia conocemos que los cristianos han sufrido escalofriantes persecuciones. Se les ha llamado locos, fanáticos, blasfemos y con un sinnúmero de epítetos más. Son cientos de miles los que han encontrado la muerte a manos de aquellos que dicen “amar” al Dios verdadero; pero que tan sólo son hombres ciegos, sordos e insensatos, que no pueden entender el mensaje del evangelio porque en ellos no mora el Espíritu Santo y por si fuera poco, viven un cristianismo lavado, sin ningún compromiso, sin haber siquiera leído un versículo de la Biblia. 

Sin embargo, los cristianos no podemos desalentarnos, porque también a esos ciegos, sordos e insensatos, un día Dios les humillará y les hará entender como a Saulo de Tarso.

Quizás actualmente los perseguidores de cristianos ya no los maten a pedradas; pero si los matan en sus mentes y en sus corazones, les aborrecen, les escarnecen, les discriminan, les insultan y les hieren el alma.

Pero no debe sorprendernos, Jesús nos advirtió que seríamos como ovejas en medio de lobos y que nos aborrecerían como a Él le aborrecieron.

Hermano que predicas la Palabra de Dios, hoy quiero animarte a continuar sembrando la semilla, con el mismo valor con que lo hizo Esteban.

No importa que el enemigo quiera hundirte y quiera hacerte sentir que no eres nada; esa siempre ha sido el arma de Satanás; pero él sabe que contra los hijos de Dios sus armas no prosperarán jamás.

No temas ni desmayes por los ultrajes del enemigo; porque la justicia de Dios resplandece siempre. Pelea la buena batalla.

Pensamiento: Para el creyente, morir peleando la buena batalla del evangelio significa honor y gloria.