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viernes, 15 de noviembre de 2024

PERLA PRECIOSA

 

Cita: Mateo 13: 45  “También el reino de los cielos es semejante a un mercader
                                   que busca buenas perlas.”

La perla es símbolo de pureza y perfección. Su cuidado debe ser constante e implica grandes riesgos financieros. El proceso de criar una ostra perlera es largo y requiere cuidado considerable porque la especie es frágil. Una perla pequeña de calidad media cuesta unos $100 dólares. Una perla redonda de calidad perfecta, con un diámetro de 18 mm., puede costar hasta $10000 dólares.

Jesús compara el reino de los cielos con una perla preciosa. El reino puro y perfecto de Dios, cuyo valor no es monetario, pero que implica un despojarse de valores materiales y de cuidado constante.

El mercader de la parábola es un conocedor del negocio de perlas. Él no encontró la perla de gran precio de manera accidental, sino que salió a buscarla.

Buscar una perla no es tarea fácil. Exige paciencia, tiempo y tenacidad. Se requiere de sesiones de buceo prolongado para llegar hasta la población del nácar, enfrentando de paso los peligros de fieras marinas que habitan en las profundidades del mar.

Los buceadores en busca de perlas se alejan del mundo terrenal para sumergirse en las profundidades marinas. Su labor requiere una excelente condición física y un deseo sincero de hallar una perla valiosa. El regocijo es inmenso al encontrarla, pues todo el esfuerzo ha merecido la pena.

Buscar el reino de Dios no es una cuestión accidental. Los elegidos para salvación tienen por delante una jornada llena de renuncias, de largas horas de estudio de la Palabra de Dios, alejados de toda mundanalidad, para internarse en las profundidades de esa agua que salta para vida eterna y entrar en el gozo de la salvación.

El creyente se encontrará con fieras de toda clase, con enviados del maligno que querrán desviarle de su santo llamamiento; pero Dios que es fiel y justo no permitirá que tal acontezca; porque ÉL ha prometido estar con los suyos todos los días hasta el fin.

El creyente, como el mercader de la parábola, debe renunciar a todo, despojarse de su vieja naturaleza, salir a buscar la perla de gran precio; porque ella es digna de ser buscada.

Así como el mercader reconoció el gran valor de esa perla, debemos reconocer que el reino de los cielos es lo más sublime y que encontrarlo hace la diferencia entre la vida o la muerte eterna.

 

Pensamiento: El precio de la salvación es incalculable, fue pagado con la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo.