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miércoles, 26 de febrero de 2025

ADIVINACIÓN Y OCULTISMO




 Lectura: Apocalipsis 2:18-29

Cita: Apocalipsis 2:20 “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.”

 El cuarto mensaje que el Señor dirige a las iglesias, en el Apocalipsis, es a la iglesia de Tiatira. Esta ciudad era la menos importante de las siete. En Tiatira había un templo precedido por un oráculo femenino, dedicado a los que practicaban la adivinación y el ocultismo.

 Jesucristo elogia a la iglesia de Tiatira por su amor, fe, servicio, paciencia y obras. No obstante, les reprende por haber tolerado que una mujer, Jezabel, quien se decía profetisa, enseñara y sedujera a los creyentes a participar de las prácticas ocultistas.

 Jezabel era la pitonisa del templo de ocultistas y adivinos y al igual que la profetisa pagana del mismo nombre había seducido al pueblo de Israel a la práctica de ritos religiosos idólatras y de inmoralidad sexual, esta mujer estaba seduciendo a los cristianos de la iglesia primitiva.

Cabría argumentar que los creyentes de la iglesia primitiva eran ingenuos y que tenían poco conocimiento doctrinal, pero sabemos que no era esa la razón, sino que la insana curiosidad del hombre y la rebeldía contra los mandamientos de Dios siempre han sido las principales causas de la desobediencia.

 Ni en los tiempos antiguos ni durante la época de la iglesia primitiva puede alegarse desconocimiento, porque desde el principio Dios habló claro y le prohibió a su pueblo la idolatría y la adivinación.

En la actualidad, pese a que el hombre se jacta de su alta tecnología y de sus avances científicos, son miles y miles de personas de todos los niveles sociales en todo el mundo, los que practican el ocultismo. La ola de adivinos, bajo nombres más sofisticados, como astrólogos, parasicólogos o psíquicos o profetas de Dios, ha crecido de manera asombrosa. Mucha gente compra las revistas y los diarios sólo para leer su horóscopo, o buscan a los profetas de moda, ignorando que éstos ni siquiera han podido arreglar su propia vida.

La insensatez del ser humano no tiene límites, le creen a cualquier insensato que dice conocer el futuro y se aferran a las predicciones de un charlatán; pero rechazan el plan que el Dios Omnisciente les propone para alcanzar la vida eterna y un futuro glorioso.

¿Tan estúpidos son ustedes? Así les dijo el apóstol Pablo a los gálatas. Puede leerse en la versión popular, en la carta a los gálatas 3:3         

 El Señor les hace una seria advertencia a todos los que practican la adivinación, llámese carta astral, horóscopo, bola de vidrio o profecía, les dice que serán llevados a pasar por gran tribulación.

Pero a aquellos que se arrepientan y no hayan conocido a través del ocultismo las profundidades de Satanás, a éstos el Señor dice que no les impondrá otra carga. Es decir, que bastará con su arrepentimiento sincero y su evidencia de una fe verdadera en Jesucristo.

La importancia que el Señor le da a la práctica del ocultismo en todas sus facetas es de gran magnitud y todos deberíamos saber y entender de una vez por todas, que estas prácticas pertenecen al patrimonio de Satanás y que dejarnos arrastrar nos garantiza una eternidad en cárceles de oscuridad. La astrología y la profecía de falsos maestros, no es un simple juego de niños, es una cosa seria que puede determinar dónde pasaremos la vida eterna.

 

Pensamiento: El único futuro que garantizan la astrología y los falsos profetas a sus seguidores, es la condenación eterna.

 La gloria sea dada a Dios!

martes, 11 de febrero de 2025

HERENCIA

 


Lectura: 1º Reyes 21:1-16

Cita: 1ºReyes 21:3 “Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.”

 Acab, rey de Israel, le dijo a Nabot que le vendiera su viña y que a cambio le daría otra mejor, o bien, le pagaría su valor en dinero.

Nabot le respondió: “Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres.”

 Nabot representa al cristiano que no vende ni cambia su heredad. Él no se dejó seducir por el rey, no se dejó intimidar, no se dejó deslumbrar por la propuesta de recibir algo mejor que lo que le habían heredado sus padres.

La convicción del cristiano en lo que ha creído, muchas veces es criticada como fanatismo o extremismo religioso, lo cual es un error. Simplemente creemos que Dios no miente ni se equivoca y que toda la Biblia es su Palabra. Fuera de la Biblia no existe ninguna palabra humana que tenga más autoridad para proclamar verdades de índole espiritual.

 Lamentablemente, muchos cristianos se han dejado seducir por religiones que sólo son mandamientos de hombres. Se han dejado seducir por líderes que parecen buenos. O simplemente se han dejado intimidar y han cambiado su heredad por la comodidad de callar la verdad del evangelio, para no ser objeto de críticas o discriminación en los círculos sociales. Para estas personas tiene más valor el quedar bien con los demás que el mismo evangelio.

 El apóstol Pedro negó al Maestro por temor, ¿Cuántos esconden su condición de verdaderos hijos de Dios por temor a ser crucificados por la sociedad?

 Jesús dijo que Él no había venido al mundo para traer paz, al contrario, dijo que sería causa de divisiones. Una buena pregunta sería: ¿Somos nosotros, los llamados cristianos, más prudentes que el Maestro? Pareciera que ese es el mensaje que queremos transmitir cuando no defendemos nuestras convicciones y callamos para no herir susceptibilidades.

 Ojalá pudiésemos ser como el apóstol Pablo, que no se atemorizó ante la persecución ni la cárcel, sino que oró pidiendo a Dios poder abrir la boca y que le fuese dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio y el hablar de Cristo como se debe hablar.

Nabot es una muestra del creyente que ha entendido el infinito valor de la heredad con que Dios nos ha bendecido. No nos heredó bienes materiales, sino la salvación y la vida eterna.

 

Pensamiento: No hay rey del mundo que esté por encima de mi convicción, porque mi fundamento es la Palabra de Dios.

 

 

 

 

martes, 4 de febrero de 2025

JESÚS NO VINO A ABOLIR LA LEY


 “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” (Mateo 5:17)

Este versículo es parte del Sermón del Monte, que inicia en Mateo capítulo 5 y termina en el capítulo 7:29, es el primer discurso público del Maestro.

Cuando Jesús empieza a hablar sobre la ley, lo primero que deja en claro es que Él no vino a abolir ni a cambiar la ley, sino que vino a cumplirla (Mateo 5:17). 

Jesús no cambió la ley, al contrario, claramente dijo. “ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:18).

Si Jesús hubiera cambiado la ley, hubiera ido en contra de lo que Dios había ordenado y eso no es posible, hubiera cometido un pecado de rebeldía y Jesús nunca pecó.

En la carta a los Romanos, el Apóstol Pablo explica que ya no dependemos de la ley para alcanzar la salvación, porque la salvación es por gracia, un regalo que Dios nos ha dado por medio de la fe en Jesucristo. Pero Pablo hace una pregunta: “¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.” (Romanos 6:15)

Pablo es claro, no tendría sentido que empezáramos a pecar: matar, robar, fornicar, mentir, etc., porque Dios dice que ya no dependemos de la ley. 

Jesús, en forma categórica afirmó que, Él vino a cumplir la ley. ¿Cómo la cumplió? La cumplió porque Él nunca pecó, cumplió todos los mandamientos de Dios a la perfección. Y cuando fue crucificado, Él nos estaba representando a cada uno de los que le hemos aceptado como nuestro Salvador, y así cumplió lo establecido en la ley, que el pecado se paga con la muerte. 

Nosotros éramos los que debíamos morir, pero Él murió en nuestro lugar. Nosotros éramos los que teníamos que cumplir toda la ley de manera perfecta, pero no pudimos, Jesús lo hizo en lugar de nosotros. Cuando nosotros oramos a Dios, Él no nos ve a nosotros, sino que ve a Jesucristo, quien nos sustituyó delante de Dios. El Padre ve a nuestro Fiador, por eso nos ve perfectos.

Luego Jesús resumió la ley en dos grandes principios: Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Si amamos a Dios y al prójimo, no haremos ningún mal.

De esos dos principios depende toda la ley, porque el que tiene a Dios, tiene amor, porque Dios es amor y quien ama no hace daño.

Jesús cumplió la ley por mí y por ti, no la cambió. La gloria sea dada a Dios.