Buscar este blog

sábado, 29 de junio de 2024

LA LEY DE LOS HOMBRES VS LA LEY DE DIOS

 


Lectura: 1º Crónicas 21:1-13

Cita: 1º Crónicas 21:13 Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero no caiga en manos de los hombres.

En los Juegos Olímpicos "Beijing 2008", el equipo de atletas femenino de Estados Unidos, en la semifinal de relevo 4x100, figuraba como favorito para ganar.  Sin embargo, en forma desconcertante, una de las atletas que llevaba ventaja, dejó caer la estafeta, quedando dramáticamente eliminadas.

En todas las esferas de la actividad humana, hay leyes que dictan cómo debe actuar el hombre. Los deportes no son una excepción. Hay historias de atletas que se entrenan durante jornadas largas y agotadoras para competir y ganar la medalla de oro, pero por un error quedan descalificados. Esas son las reglas del juego, y no hay lugar para la consideración; el mundo acepta los errores sin debate.

Es notablemente contrastante la actitud del hombre al enfrentar la responsabilidad de obedecer las leyes de Dios; las cuestiona por ser demasiado estrictas o inflexibles. Como si el Creador no tuviera el derecho de establecer leyes y exigir su observancia.

Los librepensadores y algunos artistas abogan por un mundo más tolerante, donde las normas, leyes y preceptos no sean una carga para el individuo, permitiéndole vivir libremente. Sin embargo, esta perspectiva puede llevar a un caos moral, ignorando que las leyes divinas existen para proteger a la humanidad y fomentar el bienestar común.

Sin embargo, cuando el hombre aplica sus propias leyes, en ellas no existe margen de misericordia.  Vimos como fueron eliminadas las atletas de nuestra historia.

Dios sí sabe tener misericordia.  David lo entendió claramente y afirmó, en justicia, que prefería caer en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo, y no caer en manos de los hombres. La ley de los hombres no perdona el más mínimo error.  Sólo Dios es capaz de perdonar cualquier transgresión, por grande o por negra que sea.

Cuando botas la estafeta, cuando pecas, Dios no sólo te perdona, sino que por sus muchas misericordias te restituye la estafeta y te alienta para que llegues a la meta como un vencedor. Además de perdonar, nos regala salvación y vida eterna.

Hoy te invito a acudir a Jesús de Nazaret como el único que puede tener misericordia y perdonar tus pecados si se los confiesas.

 Pensamiento: En el diccionario de Dios no existe la palabra eliminación, sino el perdón ilimitado.

jueves, 27 de junio de 2024

NAZARET EN TIEMPOS DE JESÚS


 “Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve”. (Juan 1:46).

 Nazaret, en tiempos de Jesús, era una aldea muy pequeña. Había muchos terraplenes y muros de contención. En época de lluvia era un desastre, por eso las casas tenían en las puertas un alto peldaño de piedra, para evitar que las torrenteras que venían de lo alto del Nebi, las inundaran.

 La basura y el lodo formaban grandes montones apestosos, cubiertos de moscas y gatos. En contraste, había muchas flores en todas las casas: menta, jazmín, tulipanes, narcisos, anémonas y rosas.

Debido al patético y asqueroso panorama surgió la frase “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?

 Aunque nos parezca increíble, de ahí salió lo más sublime que haya pisado la tierra: Jesús de Nazaret.

 Los prejuicios son tan viejos como la humanidad misma y su curva de crecimiento sigue siendo ascendente. Aun dentro del pueblo evangélico, hay hermanos que se dejan impresionar por el nombre y la fama de “grandes predicadores”. Corren tras ellos, como si fuesen personajes de la farándula o el cine, aun cuando no prediquen la sana doctrina. 

Olvidan que el Maestro antes de ser Pastor de ovejas, fue carpintero. Olvidan que Jesús no buscó discípulos de entre las clases altas, sino entre humildes pescadores y gente del pueblo. Jesús comía con los pobres y con los pecadores. Jesús tampoco fue a predicar a los palacios de los emperadores, sino que recorrió las aldeas y los caminos más sucios y polvorientos.

Jesús escogió a sus discípulos de entre gente humilde. A esos hombres rústicos y poco educados escogió el Maestro para que predicasen el evangelio a todo el mundo.

Hoy se buscan grandes teólogos. Predicadores con mega iglesias, que te venden ilusiones para hacerte sentir bien, para ofrecerte prosperidad y riquezas; pero que nunca hablan de arrepentimiento ni de la salvación, que es la parte medular de la Gran Comisión que dejó el Maestro.

El siervo fiel, no será el centro de la predicación, en cambio, hablará con la y verdad proclamada por Jesús y al pecado le llamará pecado sin temor a herir sentimientos, porque no hay peor maldad en el mundo espiritual, que decirle a un consiervo que va perfecto en su andar cuando está muerto en delitos y pecados. 

El siervo fiel y humilde, no predica por ganancia, sino por amor al prójimo. Pero es descalificado, porque no brilla como los famosos. 

 Bienaventurados los que leen y entienden que en medio del lodo también pueden crecer jazmines y tulipanes.

 

 

 

 

 

 

lunes, 24 de junio de 2024

VIOLENCIA: ¿CESARÁ?

Lectura: Habacuc 1:1-11

Cita: Habacuc 1:2 “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, ¿y no salvarás?”

Habacuc escribe esta profecía después de la muerte de Salomón, cuando Israel se había dividido y sólo quedaba el reino de Judá.

Había habido muchos reyes en Judá, y la sociedad paulatinamente iba olvidando la ley de Dios, cayendo en la corrupción y en toda clase de injusticias. Pero el pueblo vivía en una especie de acomodamiento y nadie decía nada. Se habían acostumbrado a la injusticia.

Nuestra sociedad actual bien cabe en la descripción hecha. Hoy la explotación de los pobres, la corrupción en todos los niveles, la violencia en las calles, los pecados de sodomía, el aborto, las drogas, el alcohol y la indiferencia de los gobiernos, son realidades a las que nos hemos acomodado.

No existe temor de Dios, el libertinaje está destruyendo la institución familiar. Los valores y los principios establecidos por Dios son considerados obsoletos.

Y las personas que viven en ese libertinaje piensan que pueden hacer con su vida lo que les dé la gana. Esta manera de pensar es el colmo del egoísmo humano; porque de por medio existe una familia que sufre, una madre que vive en agonía sufriendo por sus hijos perdidos. La conducta de los descarriados afecta no sólo a la familia, sino a los amigos y a toda la sociedad; porque el hombre temeroso de Dios también sufre cuando ve tanta corrupción y muchas veces se siente impotente ante la maldad.

Pero lo cierto es que el cristiano no debería sentirse impotente como se sintió Habacuc, porque debe recordar que en este mundo también moran los hijos de Satanás y que su misión es hacer lo malo y arrastrar a otros al camino de perdición. Como creyentes debemos apartarnos de esa gente y dejar que Dios haga justicia. Nuestra mirada debe estar puesta en Dios, no en los hijos de Satanás que nos quieren robar la paz.

Hay que reconocer que esa gente que ha caído tan bajo es culpable por haberse alejado de Dios. La pregunta de Habacuc, ¿Por qué Dios, hasta cuándo permitirás tanta violencia e injusticia?, prácticamente inculpa a Dios, pero Dios no tienta a nadie, el hombre es el único responsable de sus malas decisiones.

La respuesta a la pregunta de Habacuc sería: Hasta cuando haya fe en cada ser humano. Hasta cuando seamos justos como Dios es justo.

Parece un sueño, y en verdad lo es, la historia da fe de ello, nunca ha habido ni paz ni justicia en la tierra. Sólo Cristo es la esperanza. Cuando Él vuelva otra vez, entonces cesará la violencia y no habrá más injusticia. Entonces nuestro sueño será realidad.

Mientras eso sucede, el creyente debe tener paz en su corazón y tener la certeza de que Dios está obrando su perfecta voluntad y que Él tiene el control absoluto de todo. Que nuestra tarea debe ser la obediencia a Dios. No podemos arreglar los problemas del mundo, no podemos usurpar el Trono de Dios, sentarnos en su lugar y convertir este mundo en un paraíso. Si Dios no lo ha hecho es porque Él es justo y no dejará sin castigo al impío.

Pensamiento: No podemos cambiar el sistema imperante en el mundo, pero podemos cambiar nuestro corazón si Jesucristo habita en nosotros.

jueves, 20 de junio de 2024

EL CAMINO ANGOSTO






 “Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14).               


Se dice que en China se encuentra el sendero más angosto del mundo, en la Montaña Huá Shan, cuyo pico más alto mide 2160 metros. Este sitio ha sido nombrado como patrimonio de la humanidad. El ancho del sendero sólo permite un caminante, quienes se aventuran a recorrerlo deben ir asegurados con arneses. Es de suponer que este camino, a los no expertos les inspire miedo. Ahí no existe el confort y se requiere de máxima concentración para no dar pie en falso y poder arribar a la cima.

Cuando Jesús dijo que el camino que lleva a la vida eterna es angosto, seguro tratamos de imaginar ese camino y por ello hago mención del sendero Huá Shan. Imagino cientos de miles de salvos marchando en fila, de uno en uno, donde el arnés que nos sostiene es la fe en Jesucristo.

En el camino angosto, no hay espacio para retroceder tampoco para aventajar, todos los que van ahí deben ir unidos en un mismo sentir, avanzar. Es además de angosto, una cuesta, cuya cima es el reino de Dios. Es de esperar que muchas veces los caminantes se cansen o caigan, pero nuestro Consolador, el Espíritu Santo no nos dejará caer vencidos y nos dará el aliento necesario para continuar.

En algún momento quizá sintamos miedo, porque una caída al precipicio significa la muerte, pero los hijos de Dios sabemos que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2ª Timoteo 1:7).

Una vez iniciada la andadura por el camino angosto, no cabe mirar atrás, el pasado ha sido sepultado y el mundo con todos sus placeres y banalidades, nada puede ofrecernos. Nuestro único objetivo es avanzar hacia la meta que es Cristo, concentrados como viendo al Invisible. Jesús dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). Si alguno vuelve atrás, nunca nació de nuevo, nunca fue salvo y “le ha acontecido como lo del verdadero proverbio: el perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.” (2ª Pedro 2:22).

Jesús nos advirtió a quienes queríamos seguirle: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).

Los que hemos nacido de nuevo, sabemos y entendemos que no somos superhéroes y que tampoco caminamos en un jardín de rosas permanentemente florecido. ¡No! Somos seres humanos como todos los demás. Sufrimos, lloramos, nos enfermamos, enfrentamos adversidades, nos desconsolamos, nos decepcionamos y a veces hasta nuestra fe se tambalea, pero en nuestra debilidad Dios se glorifica y con Mano fuerte y Brazo extendido nos saca “del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; y nos pone sobre roca segura.” (Salmo 40:2)

No es fácil caminar por el camino angosto, pero vale la pena perseverar para llegar a la meta gloriosa y ver cara a cara a Aquel que su vida dio para pagar nuestra deuda de pecado.

Mientras avanzamos por este camino angosto, nos acompaña el Maestro, porque el prometió estar todos los días con nosotros hasta el fin. Dios va al frente abriendo caminos donde no los hay.

La Biblia dice que “tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes adelante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal. (Proverbios 4:25-27).

El camino angosto no es fácil de andar, pero vale la pena recorrerlo pues su fin es la Patria Celestial.

martes, 18 de junio de 2024

DIOS BUSCA A LOS HUMILDES



En tiempos de Jesús, Nazaret era una pequeña aldea, con una geografía muy accidentada, llena de terraplenes y muros de contención, que impedían cualquier diseño urbano. Caracterizada por calles angostas. En época lluviosa las torrenteras del Nebi inundaban la población. La basura y el lodo se convertían en un hervidero de moscas, gatos y perros. De ahí la frase “¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?”

En esa aldea creció y vivió el Hijo de Dios. Allí experimentó las limitaciones de la miseria humana, conoció todas las desgracias del pueblo que no tiene otra alternativa más que sobrevivir en condiciones infrahumanas, consecuencia de la injusticia social.

 El Hijo de Dios habitó como uno más entre aquella gente desposeída. Siendo Dios podría haber elegido habitar entre gente de bien, convivir con familias bien educadas; pero no, al Hijo de Dios no le impresionan los estándares con que la insensatez humana mide a los demás seres humanos. Al contrario, a Jesús le provoca desagrado el que cree estar por encima de los demás. 

El Maestro no escogió la próspera Cesárea, ciudad de Herodes, para vivir ni para predicar. Su misión era traer esperanza al oprimido, libertad a los esclavos y el reino de Dios a los de corazón humilde. Los jactanciosos ya tienen su recompensa, han tenido todo lo mejor acá en la tierra, nada les ha faltado ni nada les ha sobrado para estar plenamente satisfechos, y como no necesitan que Dios arregle su familia rota ni mejore en nada a sus parientes, pues Dios pasa de lejos, ellos no le necesitan, ya tienen su lugar en el infierno, si no se arrepienten.

Bienaventurados los misioneros y todos aquellos hombres de Dios que aún no se han contaminado con las corrientes modernas, que van a los rincones más inhóspitos de la tierra para llevar palabras de vida y de esperanza a los desposeídos, que llegan adonde no llega la radio ni la televisión. Predicadores de verdad, ungidos por Dios, que se han despojado de toda la filosofía del mundo, de sus costumbres y de sus maneras de clasificar a las personas en buenas o malas; porque Dios no hace acepción de personas.

Quiera Dios que como cristianos sigamos el ejemplo del Maestro y que vayamos en busca de las “gentes de Nazaret” que en pleno siglo veintiuno siguen siendo descalificados y despreciados por la sociedad.

Pensamiento: Ahí donde la esperanza languidece, la luz de Jesús resplandece.


lunes, 25 de marzo de 2024

 







SIMÓN DE CIRENE

 La Biblia dice en Mateo 27:32 “Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.”

 Cirene es una ciudad que se encuentra en África, en lo que hoy es Libia, a unas 900 millas de Jerusalén. Este Simón, probablemente era judío y había venido para celebrar la Pascua. En Marcos 15:21, se nos dice que este Simón tenía dos hijos, Alejandro y Rufo.

 Aparte de eso no conocemos más detalles acerca de Simón de Cirene. Sin embargo, podemos hacernos varias preguntas y extraer enseñanzas de mucho valor para nuestra vida cristiana:

 ¿Por qué Simón fue obligado a llevar esa cruz?, Si él nada tenía que ver. Por otra parte, ¿Por qué, de manera arbitraria, los soldados lo desvían de su camino?

 Bueno, seguramente los soldados que custodiaban y torturaban a Jesús, pudieron darse cuenta de que estaba exhausto, que por su gran debilidad ya había caído varias veces y decidieron ayudarlo para aligerar el proceso y no por compasión.

 ¿Qué mensaje nos trasmite la experiencia de Simón de Cirene?

  1-El encuentro con Jesús ocurre de manera inesperada, llega sin aviso, cuando Dios lo decide, sin que nosotros intervengamos para nada. Por pura gracia, Dios nos ha elegido para salvación, desde antes de la fundación del mundo.

 Simón de Cirene, al parecer se convirtió con toda su familia, en el día de Pentecostés.  

 2-El hombre hace planes, pero Dios es quien escribe la historia. Simón llevaba prisa porque iba a preparar todo para la Pascua, pero Dios le dijo “no, no, no, tú tienes algo más importante que hacer, toma tu cruz y sígueme.”

   3-Otra enseñanza que podemos aprender es que la cruz puede llegar de repente, esto en referencia a las adversidades de la vida, en cualquier momento llegan y entonces, destruyen todos nuestros planes, pero siempre debemos confiar en que los planes de Dios son buenos y perfectos, aun cuando no lo entendamos en el momento. Debemos tener la certeza de que Dios siempre está con nosotros, así como Jesús caminó al lado de Simón, aun cuando su sufrimiento era extremo.

  4-Por último, una enseñanza de gran importancia es que no sólo debemos llevar nuestra cruz, sino que debemos llevar la cruz de otros que lo necesiten, sin poner pretextos, sin postergar la ayuda y con la actitud correcta en el corazón, sin renegar; porque a eso nos llamó Dios, a amar al prójimo. ¿Y qué es amar?  Sino servir.         

jueves, 7 de marzo de 2024

La Cabra Judas

 

LA CABRA JUDAS

La Cabra Judas, es una cabra de pastoreo, capacitada para asociarse con ovejas o ganado. Esta cabra conduce a las ovejas a la masacre, mientras que su propia vida está a salvo.

A principios del S XIX, era una práctica común en los Estados Unidos, que las Cabras Judas, fueran entrenadas par unirse a un rebaño de ovejas. Las mantenían junto a las ovejas el tiempo suficiente para ganar su confianza. Una vez que las ovejas estaban familiarizadas con su Cabra Judas, la seguían hasta donde ella quisiera llevarlas, de esta manera eran llevadas al matadero.

El día de la matanza, las ovejas la seguían y al pasar por la rampa del matadero, una vez que todas habían entrado, la Cabra Judas salía por un lugar reservado para ella, así salvaba su vida y podía continuar haciendo su trabajo sucio.

Es importante destacar que el balido de una cabra es casi idéntico al de una oveja, es por ello que el rebaño las acepta.

Jesús advirtió que se levantarían muchos falsos profetas y que engañarían a muchos. (Mateo 24:11)

La presencia de los falsos profetas dentro de la iglesia cristiana es un asunto que no puede esconderse. Si la gente no los detecta, es sencillamente porque no saben discernir entre la sana y la falsa doctrina, debido a falta de conocimiento de la Palabra de Dios. 

Esto no es un asunto sin importancia, porque el Señor no perdonará a nadie que se excuse diciendo que no sabía.

 Desde tiempos antiguos, Dios fue claro, dijo: “Mi pueblo pereció por falta de conocimiento.”

 Sin embargo, la ceguera espiritual no le permite a los incautos aceptar la exhortación y se aferran a sus falsos profetas, que son los que están preparando el camino para el Anticristo.

La misión de los falsos profetas, emisarios de Satanás, funciona de la misma manera que la Cabra Judas. Ellos están llevando hacia el matadero a miles de miles que se autodenominan cristianos. 

Los falsos profetas predican muy parecido a un hombre de Dios, exaltan su Nombre, pero nunca hablan de salvación, menos de arrepentimiento. Han introducido en sus mensajes toda clase de argumentos filosóficos y de psicología para darle solución a cualquier problema de la vida cotidiana. 

Los falsos profetas apelan a las emociones de sus oyentes. Los escuchas se entusiasman y se sienten capaces de lograr todo lo que se propongan, creen que hasta es posible que les salgan alas para volar adónde quieran. Esto es así, porque les falta conocimiento.

Jesús dijo “mis ovejas conocen mi voz y me siguen.” 
La voz de Dios está viva en su Palabra escrita, hay que escudriñarla para aprender a distinguir entre un verdadero mensajero y entre un falso profeta. 
No hay peor cosa que creer que es Dios quien habla, cuando en realidad estamos escuchando a una Cabra Judas, que sólo está llevando a los insensatos al matadero.
La gloria y la honra sean dadas a Dios.
HRM

 

martes, 20 de febrero de 2024

EL EVANGELIO SE TRADUCE EN UNA VIDA PRÁCTICA






 Lectura: 1ª Pedro 2:9-25

Cita: 1ª Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” 


 Muchas veces pareciera que es imposible reconciliar el nivel espiritual con la vida práctica. Se piensa que la Palabra de Dios contiene enseñanzas preciosas para ser leídas en los momentos libres o en los momentos en que atravesamos una dificultad. Si bien esto es cierto, también lo es que el evangelio, además de poseer espíritu es práctico y debe ser aplicado en todas las actividades de nuestro diario vivir.

Dios nos mostró que el evangelio es eminentemente práctico, nació en un pesebre, se manifestó en medio de las necesidades de los pobres, de los enfermos, de los endemoniados y de todos los menesterosos, para evidenciar que el reino de Dios se había acercado.

El evangelio no se quedó en las alturas emitiendo una potente voz desde una nube, sino que estuvo entre nosotros, porque el verbo se hizo carne. El Invisible se hizo visible en Jesucristo, en Él se reconcilió la dimensión espiritual con la dimensión práctica.

La pregunta sería: ¿Está Dios en tu vida diaria? ¿Reflejas la gloria de Dios en tu andar y en tu hablar? ¿O simplemente eres cristiano dominical? ¿Tienes ídolos todavía, no de yeso, sino de personas o de bienes materiales que te apartan de Dios?

Tú y yo debemos evidenciar una vida práctica que honre a Dios. Dentro de nuestro desenvolvimiento debe haber un rasgo característico que nos distinga del mundo, que le diga a la gente que le pertenecemos a Jesucristo, que nos llamen luz y sal del mundo, que realmente demostremos que somos una familia escogida por Dios, un pueblo santo, un ejército de hombres y de mujeres que anuncian las virtudes de Dios, con el ejemplo.

El evangelio es algo más que ser miembro de una congregación cristiana, más que cantar coritos y alabanzas, más que levantar las manos y gritar aleluya. El evangelio es una manera de vivir en santidad, de amar al prójimo, de perdonar, de anunciar el evangelio y de reflejar en nuestra vida la luz de Jesucristo.

Hoy es un buen momento para colocarse bajo la lupa de Dios y si hemos estado fallando, reconciliémonos con Él, que nada ni nadie nos estorbe para alcanzar las promesas y galardones que nos ha preparado. El paso por el mundo es ligero, vale la pena ser fiel aquí y ahora, pues la eternidad no tiene fin.

Ojalá que antes de hablar o de actuar, cada uno de nosotros pensara por un momento, si lo haríamos igual estando el Señor delante. Porque, aunque no lo miremos, Él siempre está ahí.


 Pensamiento: Nuestra vida práctica es la manera más efectiva para predicar el evangelio de Jesucristo. 

 


lunes, 12 de febrero de 2024

El Perdón

 

 Cita: Mateo 18: 33  

“¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”


El apóstol Pedro le pregunta a Jesús: “¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?  ¿Hasta siete?”

Según la tradición judía, se podía perdonar hasta tres veces. Pero Pedro, queriendo mostrar su nobleza de corazón, dice que está dispuesto a perdonar hasta siete veces.
Jesús va más allá, le responde que debe perdonar hasta setenta veces siete, significando esto que el perdón es ilimitado y le refiere una parábola:

 El Maestro relata que un siervo le debía al Rey diez mil talentos (equivalentes hoy a unos     $10, 800,000 dólares). No teniendo como pagarlos, se postró delante de su Señor y le suplicó paciencia, que él le pagaría todo. El Rey movido a misericordia le perdonó la deuda.

Aquel siervo salió de la presencia del Rey dando saltos de alegría, va jubiloso cantando por las calles, cuando de repente, sucede algo increíble: Encuentra a un consiervo suyo, el que le debía cien denarios (equivalentes hoy a unos $ 18 dólares). Con lujo de violencia lo agarra por el cuello y lo está ahorcando para exigir que le pague. No valieron las súplicas del consiervo, y aquel que acababa de ser perdonado por su Señor, lo echó en la cárcel.

La vieja naturaleza no quiere perdonar, lo único que quiere es descargar su ira y vengarse. La vieja naturaleza sólo quiere ahorcar a todo aquel que le deba algo, por insignificante que sea.
En cada ser humano, esta vieja naturaleza adquiere diferentes matices, unos más virulentos, otros más inocuos; pero todos, igualmente lesivos.

Esta es la tragedia del ser humano, sabiendo que él necesita de perdón, es incapaz de perdonar a otros. Aun sabiendo que Dios le ha perdonado deudas mucho mayores, y, francamente impagables.

¡Pero cuidado!  La historia tiene un final justo. El siervo malo fue llamado nuevamente ante la presencia del Rey, quien enterado de lo que había hecho con su consiervo, lo echó a la cárcel para que le pagase todo lo que le debía.

Dios nos llama a cuentas todos los días y nos ordena perdonar a los demás como Él nos ha perdonado a nosotros. Dios, además, es paciente, nos concede el tiempo suficiente para que procedamos a arrepentimiento. 

Muchas veces las personas se confunden, porque todo les sale bien y se sienten bendecidos y prosperados; pero es sólo la misericordia de Dios que les está una oportunidad para arrepentirse. Un día el tiempo de Dios y Su paciencia, llegan a término, y Dios hace justicia al agraviado con Mano Fuerte. Dios no puede ser burlado.

Pensamiento: Si no deseas que Dios te cobre lo que le debes, perdona a los que te deben.

jueves, 8 de febrero de 2024

LA MALDICIÓN DE LA LEY





LA MALDICIÓN DE LA LEY

En el Antiguo Testamento, Dios entregó a Moisés las leyes que debía cumplir el hombre para salvarse de la condenación eterna. El requisito consistía en cumplir toda la ley a cabalidad. Si una ley era violada, automáticamente el infractor estaba bajo condenación, considerándose maldito. (Deuteronomio 28:15)

Cuando Jesucristo vino al mundo para ofrecer salvación al pecador, dice en Gálatas 3:13 que: “Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, Pues está escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero.” (NVI)

Cuando decimos que Cristo nos rescató de la maldición de la ley, debemos estar conscientes de lo que eso realmente significa, porque no fuimos eximidos de cumplir la ley de Dios.

Si Dios nos hubiese eximido de cumplir Su ley, estaría negando su Naturaleza Santa y ya no sería una obligación el cumplimiento del mayor de todos los mandamientos que dice que debemos amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

 Por otra parte, que Dios nos libere de cumplir Su ley sería un contrasentido y chocaría con lo dicho por Jesucristo en Mateo 5:17-18: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.” (RV)

 Entonces, ¿Qué es lo que cambió en las demandas de Dios para con el pecador?

 La condición de cumplir a la perfección toda la ley de Dios para ser salvos, fue cumplida por Jesucristo, Él cumplió la ley, pero además pagó el precio de nuestro pecado al morir en lugar de nosotros en la cruz del Calvario.

Aquí es donde ocurre el mayor milagro y la mayor prueba de amor que Dios nos ha dado. Jesús, como hombre, nació bajo la ley de Moisés y como vimos, Él dijo que no había venido a abrogar la ley, sino a cumplirla. Jesús cumplió la ley en manera perfecta, porque Él nunca pecó, satisfizo absolutamente todo lo que la ley demandaba. La ley se cumplió, no se abrogó.

Cuando un pecador arrepentido acepta a Jesús como su Salvador, está aceptando que Jesús es su representante legal delante de Dios, y esto sólo es posible por la fe, porque no es algo que pueda materializarse físicamente. Lo creemos por la sola Fe.

Entonces lo que cambió fue la condición. Ahora ya Dios no nos pide el requisito de cumplir la ley a cabalidad, sino que la condición es creer en Cristo por la fe. 

Aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador, se traduce en que para Dios es como si nosotros mismos hubiésemos cumplido a perfección la ley y como si hubiésemos pagado el precio del pecado en la cruz del Calvario. La justicia de Jesucristo le ha sido imputada al pecador arrepentido.

Jesucristo, de eternidad a eternidad ha sido obediente al Padre, y si nosotros queremos honrarlo y darle gloria, entonces sabremos y entenderemos que el cumplimiento de la ley sigue siendo una obligación moral y que no tenemos luz verde para quebrantarla deliberadamente.

Nunca olvidemos que como dice el apóstol Pablo en su carta a los Romanos, por la obediencia de uno (Cristo), muchos son hechos justos.

 Toda la gloria sea dada a Dios.


jueves, 1 de febrero de 2024


 

DIOS NO AMA AL PECADOR

 

La Biblia dice que Dios es Amor y el amor de Dios es Ágape, es decir, un amor que no obedece a sentimentalismos, sino al hacer lo correcto.

 Erróneamente, muchos cristianos quieren vender la idea de que Dios es Amor sin condiciones y que ama al pecador a pesar de todo. Quizás hagan esto para atraer a las personas al evangelio, quizás lo hagan por temor de decir la verdad de que Dios es Amor pero que también es Ira divina.

 Al respecto existe una frase cliché, “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador.”

 Esta frase la dijo Gandhi y no tiene fundamento bíblico. Es una frase completamente absurda y cuestionable.

 Primero, hay que aclarar que Dios ama al pecador arrepentido, al que se acoge al plan de salvación que Él diseñó desde antes de la fundación del mundo; a este pecador es a quien ama Dios. Pero al pecador no arrepentido, a ese, Dios le aborrece.

 En la Biblia la palabra abominación, sinónimo de aborrecimiento, aparece 117 veces y significa “asqueroso, cosa detestable.” Hay una cantidad considerable de versículos que hablan de las cosas, hechos o personas que Dios abomina o aborrece, usted puede leerlas.

 Por citar sólo un ejemplo, en el SALMO 5:4-6 dice que Dios NO se complace en la maldad; que el malo NO habitará junto a Él y que los insensatos No estarán delante de sus ojos.

Que Dios DESTRUIRÁ a los mentirosos; que ABOMINA al sanguinario y engañador; que ABORRECE a todos los que hacen iniquidad.

 En este versículo hay TRES NO, que revelan tres características de la Santidad de Dios: aborrece la maldad, al malo y no le tolerará ni cerca de Él.

Luego el concepto de Dios se complementa con tres acciones que Dios ejecuta para hacer valer Su JUSTICIA: destruir, abominar y aborrecer al hacedor de maldad.

 Dios condena al pecador no arrepentido a condenación eterna: “...pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3:18)

 Cuando dice “el que no cree”, claramente se refiere a personas. No dice que los pecados están condenados, dice que el incrédulo está condenado. LOS PECADOS NO VAN AL INFIERNO, SON LOS PECADORES NO ARREPENTIDOS LOS QUE ESTÁN EN EL INFIERNO.

 Por tanto, es un absurdo decir que Dios aborrece el pecado, pero que ama al pecador. Es igual que si un juez condenara a cadena perpetua los asesinatos seriales y dejara en libertad al asesino. ¡NO! El asesino es condenado por sus actos delictivos  y es él quien va a la cárcel.

 Resulta un contrasentido decirle a alguien que Dios aborrece el pecado pero que ama al pecador, porque Dios sí condena al pecador no arrepentido.

 Y resulta contraproducente, porque cuando a un inconverso se le dice eso, interpreta que a Dios no le importa cuánto ni cómo peque él, porque lo ama tal cual es. Y si Dios me ama a pesar de lo asqueroso que yo sea, ¿para qué me voy a arrepentir y para qué voy a privarme de gozar los placeres de la vida? No lo necesito, porque de todas maneras Dios, por amor, me va a perdonar lo que sea.

Entonces se está predicando una mentira y de paso se está anulando el significado del sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Si Dios ama al pecador no arrepentido, el sacrificio de Cristo fue innecesario. Si Dios por amor iba a concederle el perdón a todos indiscriminadamente, para qué entonces murió Cristo.

Antes de emplear frases cliché, debemos analizar cuidadosamente su significado y sus efectos, para no enseñar herejías.

 Que Dios nos ayude a todos.


lunes, 29 de enero de 2024

QUIÉN ES BARRABÁS


 QUIÉN ES BARRABÁS

 El nombre de Barrabás está compuesto de “Bar” que significa hijo y “abass” que significa padre. Es decir, que era hijo de un padre, un hijo de alguien.

 Cuando llega el día de la crucifixión, este hombre está con Jesús. Se dice que era un criminal, responsable de alboratamiento, asesinato y robo.

En Hechos 3:4, Pedro le llama asesino y la pena para ese delito era la muerte.

 Jesús y Barrabás se encuentran delante de Pilato. Por un lado, el inocente, Jesucristo el Hijo de Dios, en el que no se encontró pecado alguno, el que hizo el bien al prójimo y sanó muchos enfermos. El que resucitó muertos ahora estaba al borde de la muerte.

Por otro lado, está Barrabás, un asesino, un criminal que estaba condenado a muerte.

 Uno de los dos va a ser clavado en una cruz. Para Barrabás, la cruz era un final merecido, tenía motivos para estar ahí. Leemos Lucas 23:13-25.

 “Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a este hombre como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré, pues, después de castigarle.

Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces diciendo: Fuera con éste, y ¡suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio.

Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!

Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron.

Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.”

 Jesús fue entregado para ser crucificado y Barrabás fue puesto en libertad. El inocente fue a la cruz en lugar del culpable.

 Pero como quiera que sea, la pregunta es ¿Quién era ese BARRABÁS?

Te diré: BARRABÁS, SOMOS TÚ Y YO.

En la persona de Barrabás estamos representados como humanidad culpable de pecado, que merecíamos pagar nuestra culpa con la muerte en la cruz. Barrabás nos representa, somos todos los seres humanos que por el pecado fuimos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Todos nosotros estábamos condenados a muerte eterna, destinados al lago de fuego.

Pero entonces, aparece Jesucristo, el inocente, el que nunca cometió pecado, el Santo Hijo de Dios, el Cordero de Dios que inmolado fue en la cruz del Calvario. Jesucristo tomó el lugar que debía haber ocupado Barrabás; Él pagó todos los delitos de Barrabás y murió en su lugar. Jesucristo murió para que Barrabás quedase libre. La deuda de pecado de Barrabás fue cancelada por Jesucristo.

 BARRABÁS somos tú y yo, los que reconocemos que el sacrificio de Jesucristo fue el que nos salvó de la muerte eterna al servirnos como fiador de una deuda que no podíamos pagarle a Dios. Ahora somos libres, ahora somos salvos. Así lo leemos en Efesios 2:1-3

 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás."

Estábamos muertos en delitos y pecados y Dios nos dio nueva vida con Jesucristo.

Dios puso a Barrabás en la escena de la crucifixión para demostrar su infinito amor. Barrabás fue perdonado y tuvo nueva vida gracias a la muerte de Jesucristo.

Barrabás, igual que todos nosotros, estaba condenado a muerte, la cruz estaba hecha para él; pero Jesús ocupó su lugar, fue su mediador, su fiador.

Si Jesús no hubiera sido obediente hasta la muerte (Filipenses 2:8), Barrabás hubiese muerto ese día. De igual manera, tú y yo a través de la obediencia de Jesucristo y el amor del Padre, creyendo en Jesucristo como Señor e Hijo de Dios, pasamos de muerte a vida. De hijos de ira a hijos de Dios.

 “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Jesucristo.” (Gálatas 3:26)

 
Para la gloria y la honra de Dios.

sábado, 27 de enero de 2024




EL INFIERNO

 

La doctrina del infierno es un tema del que muy poco se habla en las iglesias, a pesar de que Jesús muchas veces habló de ese lugar de tormento, refiriéndose en términos de tinieblas, prisión y fuego.

El asunto de si el fuego del infierno es literal o metafórico ha sido un tema muy discutido por los estudiosos, asimismo ha sido generador de varias doctrinas heréticas.     

 En la Biblia el fuego es un elemento importante, utilizado para enseñar la naturaleza de Dios y su relación con el hombre.

 En el Antiguo Testamento el fuego se usa para mostrar la ira de Dios, así como su juicio. También es un símbolo de la presencia de Dios, de purificación y de protección, esto último lo vimos en el éxodo cuando Dios guiaba a su pueblo por el desierto en forma de una columna de fuego.

 En el Nuevo Testamento el símbolo del fuego se emplea para referirse a la purificación y a la transformación del nuevo hombre. Se habla del bautismo de fuego y del fuego de la prueba. En Apocalipsis se usa el fuego como símbolo del juicio final.

 El fuego también es símbolo del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios. Por lo que inferimos que el fuego tiene un simbolismo teológico y metafórico.

 Si el infierno es un lugar de fuego literal, nadie tiene la certeza; pero siendo que el libro de Apocalipsis basa todas sus descripciones en metáforas, lo más probable es que el fuego solamente sea una metáfora para enfatizar el tormento de dicho lugar. Hay que recordar que la realidad siempre supera a lo simbólico.

Pero fuere lo que fuere en realidad el infierno, sería mil veces mejor estar ardiendo en un lago de fuego que estar separado de Dios por toda la eternidad; porque esto significa estar totalmente desprotegido de su cuidado, de su misericordia, de su favor. Es encontrarse totalmente a la deriva en medio de la maldad, donde la justicia será una extraña.

 Como creyentes, no nos debería intimidar el fuego del infierno, eso es lo menos malo. Hacer énfasis en las altas temperaturas del infierno es menospreciar el verdadero significado de la ausencia de Dios en nuestra vida.

¿A quién iremos? Si sólo Dios es quien tiene palabras de vida y de esperanza para cualquier situación de desierto, de aguas blancas, de injusticia y de todo lo que nos acontece.

 El extremo calor del fuego es irrelevante y al cristiano maduro no le preocupa en lo mínimo. Terrible es sufrir la ausencia total de Dios y de todos sus beneficios. En esto debe estar el enfoque, eso es lo que se debe enseñar.

 

Para la gloria y honra de Dios.

 

 








martes, 23 de enero de 2024

Cómo Perdonar


 

El perdón de Dios al pecador es el tema central de la Biblia y es importante saber y entender en qué consiste.

 El perdón es el mayor acto de la misericordia de Dios, pero no se realiza de manera unilateral, Dios no perdona a todo el mundo, sino que perdona a quien le busque para pedírselo.

 En Isaías 1:18 leemos: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueron rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana,”

Ese es el primer paso, ir a Dios y ponerse a cuentas con Él; pero esto sólo es posible si el pecador primero se arrepiente. En uno de sus primeros discursos el apóstol Pedro dice: “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados”. (Hechos 3:19)

El reconocerse como pecador, arrepentirse delante de Dios y pedirle perdón, eso es estar a cuentas. El pecador se arrepiente y Dios borra sus pecados. Dios limpia al pecador, que pasa de tener el alma manchada de un rojo intenso como la grana, a tenerla blanca como la nieve. En el registro de Dios, el pecador ahora es contado como justo; porque sus pecados han sido borrados.

En Isaías 43:25, dice: “Yo Soy (Dios) el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados.”

Esto tiene un significado que no muchos valoramos en su verdadera dimensión, es el Todopoderoso comprometiéndose con un pecador que nada tiene que ofrecerle, a borrar sus pecados y no recordarlos nunca más.

Pero, esto no es como se dice popularmente, que el perdón es olvido. No es que a Dios el perdonar le provoque una crisis de amnesia. Dios no olvida nada; pero se compromete a borrarlos, es decir, a dejar el saldo en blanco.

Esto quiere decir que si vuelves a cometer el mismo pecado, cuando ya habías sido perdonado, Dios no va a decirte, bueno ya van dos. No, porque el saldo estaba en blanco y el conteo empieza nuevamente de cero. Es igual a un balance contable, cuando una deuda es cancelada, el balance queda en cero y nunca más se puede volver a cobrar ese dinero.

 La Biblia llama REMISIÓN de pecados al hecho de que Dios borra nuestros pecados de su registro divino. Remisión significa enviar los pecados lejos. Dios envía lejos nuestros pecados, es como si se lanzara un misil, éste nunca más podría regresar a nosotros.

Los hijos de Dios debemos aprender a perdonar en esa misma manera. Sabiendo que cuando perdonamos nos estamos comprometiendo a no recordar nunca más la transgresión.

 Muchas veces hay personas que dan testimonio en sus iglesias de cómo perdonaron a quienes les hicieron daño. A veces cuentan que perdonaron a sus padres por haberles causado dolor o tristeza, pero que “gracias a Dios, lo superaron”. Esto es contradictorio, porque si ya se perdonó no se puede estar echando en cara la transgresión. Además, es bochornoso, porque ofenden a los padres, están hablando mal de ellos, sacando los trapos sucios al sol, faltando al mandamiento de honrar a sus padres.

 Lamentablemente, quienes dan ese tipo de testimonios, no han entendido en qué consiste el verdadero perdón.

El que perdona, nunca más debe traer a colación lo que sucedió alguna vez. Así como dice la Biblia que Dios arrojará nuestros pecados a las profundidades del mar y que nunca más se acordará de ellos, así mismo deben hacer los creyentes cuando se comprometen a perdonar a alguien.

Que Dios nos bendiga y nos edifique con su Santa Palabra.

 

 








sábado, 20 de enero de 2024

La obediencia hace la diferencia


 LA OBEDIENCIA HACE LA DIFERENCIA

 

Hebreos 5:8 “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió obediencia.”

 La historia de nuestra redención es una historia de obediencia. El texto dice que Cristo “aprendió obediencia.”

 A veces se piensa que, para Jesús, por ser una deidad y por ser Hijo de Dios, no representaba ninguna dificultad ser perfecto y obedecer en todo al Padre.

Sin embargo, olvidamos que Jesús fue hombre en un 100%. La Escritura dice que Él se despojó a sí mismo de su condición de Dios y que se humilló tomando la forma de siervo y que estando en la condición de hombre se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. (Filipenses 2:6-8).

 Jesús se desarrolló como cualquier otro ser humano, aprendió a caminar, aprendió el oficio de la carpintería, estudió la ley, y, ese fue un proceso que completó en todas sus etapas.

 Entre las cosas que aprendió, está la obediencia. Siendo adolescente obedeció a sus padres terrenales y cuando fue hallado en el templo regresó con ellos a Nazaret y estaba sujeto a ellos. (Lucas 2:51).

 Cuando el diablo le tentó en el desierto, Jesús se encontraba en una situación vulnerable, después de cuarenta días de ayuno tenía hambre y pudo haber cedido a la tentación de convertir las piedras en pan; pero no lo hizo, decidió obedecer al Padre y venció la tentación.

 Como hombre se angustió tanto en la víspera de su muerte que cuando oró al Padre le pidió que pasase aquella copa de Él. El sufrimiento era tan intenso que su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra. Jesús tenía poder, calmó la tempestad, resucitó muertos, devolvió la vista a ciegos, con ese poder Él pudo haber huido y esquivar la muerte en la cruz, pero no lo hizo, sino que decidió una vez más, obedecer al Padre.

 Pero a esta obediencia perfecta de Jesús, se le debe agregar un elemento más, obedeció con la actitud correcta en su corazón; nunca renegó ni nunca cuestionó al Padre, todo lo hizo por su santa y perfecta voluntad, por amor al Padre y por amor a las ovejas que el Padre le había dado como propiedad. Jesucristo no nos necesitaba, pero nos amó y por ese amor entregó su vida para salvarnos.

 Una buena pregunta sería: ¿Qué hubiera sido de nosotros los pecadores si Jesucristo hubiera decidido desobedecer al Padre?

Quien se ofreció en rescate por nosotros los pecadores debía ser perfecto para poder cumplir las demandas y la justicia que Dios el Padre exigía. La OBEDIENCIA hizo la diferencia, porque pudo mantener intacta su perfección.

 Si pensamos un momento en nuestra vida nos daremos cuenta de que siempre desobedecemos, pero que además justificamos nuestros pecados y nos hemos acomodado a la trillada frase “que errar es de humanos.” Pero Cristo siendo humano como nosotros, nunca desobedeció.

 La Palabra de Dios y sus ordenanzas son muy claras, nos dice cómo debemos tratar al prójimo, nos enumera todas nuestras obligaciones y nos dice cómo debemos adorarle y cómo debemos enseñar su Palabra. Pero con toda esta claridad, el hombre no es capaz de obedecer y ha introducido a la iglesia un montón de herejías.

Bajo el pretexto de modernizar la iglesia, han convertido el sagrado altar en un escenario de presentaciones artísticas y de payasos que cuentan chistes para entretener a una audiencia sin temor de Dios.

 Ya la iglesia ha dejado de ser un lugar santo donde se adoraba a Dios y donde se aprendía su Palabra. La han convertido en cualquier cosa, en un club social, donde se hacen amigos, pero donde no hay salvación.

 Si pudiésemos entender la magnitud de la Santidad de Dios, obedeceríamos como obedeció Cristo y podríamos darle el verdadero valor que tiene al sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario.

  Que Dios nos ayude a aprender obediencia.