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miércoles, 24 de julio de 2024

LA IGLESIA DE CRISTO

 



Nacimiento de la iglesia

 Durante el ministerio terrenal de Jesús, la iglesia como tal no existía, sin embargo, Jesús dijo: “sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18).

La Roca es Cristo. La iglesia está edificada sobre Cristo, Él es el fundamento y esto lo encontramos en 1a Corintios 3:11, que dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Cristo es la base de la iglesia. Su vida, su misión redentora, su resurrección, sus enseñanzas y sus mandatos son la única referencia que debe regir a la iglesia. Cuando venimos a Cristo, traíamos las manos vacías, nuestros conocimientos acerca de Dios eran muy pobres, no traíamos nada, sólo venimos a recibir de Él. El creyente sólo puede sobreedificar sobre esa base, es decir, hacer toda buena obra conforme a lo enseñado por Él.

 En 1a de Pedro 2:4, el apóstol dice que Jesús es “piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa...”

Esta misma piedra es mencionada por el profeta Isaías: “Por eso dice el Señor y Dios: Miren, yo pongo en Sion una piedra probada, piedra angular y preciosa para un cimiento firme; el que crea no se tambaleará.”  (Isaías 28:16, NVI).

Después de la ascensión de Jesucristo, el día de Pentecostés, es cuando nace la iglesia. Estando reunidos en Jerusalén, los apóstoles y alrededor ciento veinte personas, descendió sobre ellos el Espíritu Santo y todos fueron llenos. (Hechos 2).

 

¿QUÉ ES LA IGLESIA?

La iglesia, por definición es el cuerpo de Cristo. En su carta a los Efesios 5;28, el apóstol Pablo dice: “Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.” (Ver también Colosenses 1:18)

En el libro de Hechos, Jesús confirma que la iglesia es su cuerpo. Cuando Saulo de Tarso (el apóstol Pablo) se dirigía a Damasco en su cruel tarea de perseguir a los cristianos para apresarlos, la Biblia dice que repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo, que le dejaría ciego por tres días y escuchó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues”

Entonces Saulo preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y le respondió el Señor: Yo soy Jesús, a quién tú persigues.

Obviamente, Saulo no perseguía a Jesús, porque éste ya había ascendido al cielo; pero Jesús le hace entender que si persigue a la iglesia es igual que perseguirlo a Él, porque la iglesia es su cuerpo.

En otro pasaje bíblico, en Lucas 10:1-19, cuando Jesús envía a setenta discípulos suyos para que prediquen el evangelio, les dice: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.”

Los cristianos representan a Jesucristo, son su cuerpo.

Dios delegó en nosotros la misión de realizar Su obra en la tierra. Esta verdad también la vemos en la Gran Comisión: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15)

Si quieres saber cómo es Dios, mira a su iglesia, que es el cuerpo de Cristo.

 

PROPÓSITO DE LA IGLESIA

 El apóstol Pablo en su carta a los Efesios 3:10 nos señala cual es el propósito de la iglesia y dice:

“El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios en toda su diversidad se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (NVI).

Esto implica, en primer lugar, que Dios ha confiado a la iglesia la importante misión de enseñar el evangelio y de representarle ante el mundo.

En segundo lugar, significa que las inteligencias creadas por Dios aprenden sobre Su sabiduría a través de la iglesia. Por medio de ella, el mundo puede observar el amor de Dios manifestado en aquellos que han sido redimidos por su fe en Jesucristo.

Además, este versículo nos muestra que la iglesia no solo testimonia el reino de Dios al mundo, sino que también funciona como una escuela para los ángeles, descritos como “poderes y autoridades en las regiones celestiales”.

Los ángeles, de diferentes rangos, están aprendiendo el propósito eterno de Dios, que consiste en otorgar la salvación a los pecadores arrepentidos que han aceptado la fe en Jesucristo.

La iglesia no es un edificio, es el cuerpo de Cristo, que refleja el poder, la sabiduría y el amor de Dios.

En este contexto, la iglesia adquiere un papel relevante, sobre todo en aquellos momentos en los que podemos sentir que Dios nos ha abandonado. Dios es fiel y Él prometió estar todos los días con nosotros hasta el fin. La iglesia es el cuerpo de Cristo que nos imparte sabiduría, nos guía y nos consuela. No estamos solos en ninguna lucha.

La gloria y la honra sean dadas a Dios.

 

 

 

miércoles, 17 de julio de 2024

LA VERDAD Y JESÚS

 


A menudo oigo a personas inmersas en discusiones que, al quedarse sin argumentos para sostener su punto, concluyen diciendo: "Cristo murió por decir la verdad". Esta declaración, al igual que muchas otras frases populares supuestamente basadas en la Biblia, no tiene fundamento en las Escrituras y, por lo tanto, es incorrecta.

Cuando para defender un argumento alguien dice que “Cristo murió por decir la verdad”, simplemente está diciendo “mi verdad es absoluta” y si por ello tengo que morir, voy a morir como Cristo. Se colocan al mismo nivel de Dios, lo cual es una blasfemia.

Si en una discusión, alguno dice que algo es verdad y otro dice que es mentira, sin duda algo anda mal; porque una cosa no puede ser verdad y mentira a la vez. No existen las verdades relativas ni las verdades a medias. La verdad es lo que es, no contiene errores ni sombra de variación. Una verdad tiene que ser verdad para todos; no es lo que nos parece que es ni lo que quisiéramos que fuese.

La mala noticia para los que dicen que Cristo murió por decir la verdad, es que esta es una gran mentira. La muerte de Cristo es la piedra angular del Plan de Salvación diseñado por Dios desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4).

La muerte de Cristo fue una expiación por el pecado (Isaías 53:10; Hebreos 9:26) y en Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, PARA que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

La palabra clave para discernir el significado del versículo es PARA, que por definición es una preposición que indica la finalidad de una acción y/o indica quién es el beneficiario de una acción.

La preposición "para" señala el propósito o la finalidad de una acción, y no debe confundirse con "por", que indica la causa o el medio por el cual se alcanza un objetivo.

Se nos hace evidente el propósito de la muerte de Cristo. Él murió PARA que quien crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. El propósito de su sacrificio fue la salvación del pecador, y el beneficiario es cualquier persona que tenga fe en Él y le acepte como su Salvador personal.

La muerte de Jesucristo en la cruz del Calvario fue el medio que establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo y no fue producto de los deseos malsanos de los judíos que le rechazaron.

Ciertamente Cristo siempre habló con la verdad. Él es la Verdad. Pero no murió POR decir la verdad. Ni siquiera de eso lo acusaron los fariseos. La principal acusación fue la de blasfemo, porque siendo hombre se hacía como Dios. (Juan 10:33).

Hay que diferenciar entre las razones que tuvieron los judíos para perseguirlo y para crucificarlo y entre el propósito de su muerte, que obedeció a la voluntad soberana del Padre (Juan 10:18).

Cristo no murió por decir la verdad, murió para pagar el precio de nuestro pecado y para darnos vida eterna.

Que Dios nos ayude a todos a entender su Palabra y a no repetir herejías. 

jueves, 11 de julio de 2024

LA NEGACIÓN DE PEDRO








 
Lectura: Marcos 14: 66-72
 
EL PAPEL DE PEDRO DENTRO DEL GRUPO DE LOS DOCE
Sabemos quien era Pedro, sin embargo, es importante tener en cuenta lo siguiente:
-Pedro asumía el rol de líder dentro del grupo de los doce discípulos y siempre llevaba la voz cantante.
 
-Pedro fue el discípulo inseparable de Jesús y había permanecido junto al Maestro en todas sus  pruebas. (Lucas 22:28).
 
-Pedro fue ese discípulo que no puede ser pasado por alto, pues hizo la confesión más importante acerca de Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mateo 16:16)
 
MOMENTO PREVIO A LA NEGACIÓN
Antes de que ocurriese el triste acontecimiento de la negación, Pedro se caracterizaba por su impulsividad.
Pedro mostraba un exceso de confianza en sí mismo, lo cual se evidencia cuando Jesús, poco antes de anunciar la negación de Pedro, les advierte que todos se escandalizarán de Él. Pedro insiste en que, aunque todos se escandalicen, él jamás lo hará. El Maestro le revela que esa misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, Pedro lo negará tres veces. Con firmeza, Pedro le asegura a Jesús: "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré." (Mateo 26:35).
Pedro tenía un alto concepto sobre sí mismo, se sentía muy valiente. Creía que su fidelidad al Maestro era a prueba de todo. Creía que él era una persona veraz y confiable.
 
HONESTIDAD DE LA BIBLIA
Sin duda alguna, la negación de Pedro es uno de los hechos más bochornosos en la experiencia de los discípulos. El relato de los Evangelios bien pudo obviar este doloroso y triste suceso, para no desprestigiar a Pedro, pero no ocurrió así, porque es Dios quien inspiró las Sagradas Escrituras y Dios es veraz. Esa honestidad hace que tengamos la certeza de que la Biblia no miente y que es la Palabra de Dios.
 
Dicho todo lo anterior, el panorama se aclara y podemos entender mucho mejor lo sucedido.
Dios conoce a cada ser humano, tanto así que hasta contado le tiene sus cabellos a cada uno. Dios conocía a Pedro y sabía que debía superar muchas debilidades. Por eso lo somete a esta dura prueba, para mostrarle quién era él en verdad, porque ni él mismo se conocía, pues siempre estaba alardeando de lo que sería capaz de hacer.
 
Pedro bien pudo haber huido como lo hicieron el resto de los discípulos, pero al confiar excesivamente en sus capacidades, decidió seguir al Maestro y exponerse a la tentación.
 
Según dice la Escritura, cuando Jesús es llevado ante el sumo sacerdote, Caifás, era seguido de lejos por Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote (Juan 18:15) por eso pudieron entrar hasta el patio.
Pedro es sorprendido por una criada del sumo sacerdote que le dice “tú también estabas con Jesús el nazareno” (Marcos 14:67) y Pedro negó diciendo: “No le conozco, ni sé lo que dices. Y salió a la entrada; y cantó el gallo.”
Es evidente que Pedro no esperaba que esto sucediera, ni había preparado alguna respuesta por sí le preguntaban ni siquiera se acordó de lo que Jesús le había dicho acerca de su negación. La sorpresa le hace entrar en miedo y su reacción inmediata es alejarse, entonces sale del patio y se va al portal.
Pero huir del problema no es la solución, porque la prueba no ha terminado. Cuando Dios nos somete a una prueba es con propósito, para enseñarnos en qué estamos fallando, a fin de perfeccionarnos.
Pedro se llena de miedo, y es en las situaciones que ponen en peligro nuestra integridad física, donde sale a la luz lo que verdaderamente somos y de qué somos capaces.
Pedro es vencido por el miedo. No sólo niega al Maestro, sino que miente. Y miente porque el ser humano es mentiroso.  En el Salmo 116:11 dice que “Todo hombre es mentiroso.”
 
La prueba continúa, vuelve la criada y le dice a otros que estaban ahí, que Pedro es uno de ellos. Pedro otra vez niega al Maestro.  
Poco después lo vuelve a negar. Pero, además, comenzó a maldecir y a jurar. Probablemente juró en el Nombre de Dios y profirió maldiciones, diciendo:  "pero no conozco a este hombre de quién me habláis." Y el gallo cantó por segunda vez. Pedro había negado tres veces a Jesús.
 
Entre tanto, en el segundo nivel de la casa, Jesús era sometido a un interrogatorio, mientras le golpeaban y le escupían. Cuando Caifás le pregunta ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús le dijo “YO SOY.”
Aquí podemos observar claramente el contraste, Jesús es la Verdad. Pedro en cambio, miente, porque todo hombre es mentiroso. Y Pedro nos representa a cada uno de nosotros.
 
La prueba de Pedro llegó a su fin cuando negó por tercera vez al Maestro, así se cumplió la profecía de Jesús. Después de la negación no iba a pasar más nada con Pedro, porque Jesús dijo que lo iba a negar tres veces y nada más.
 
CONCLUSIONES
Con esta prueba, Dios le mostró a Pedro lo que él verdaderamente era, que no era tan fiel como había dicho, que tampoco era tan valiente como para dar su vida por Jesús y que era mentiroso. Pedro debía corregir sus fallas. Dios lo estaba preparando para futuras pruebas más duras, como por ejemplo su crucifixión.

En esta prueba, Dios mostró su fidelidad, porque recordemos que cuando Jesús anunció la negación de Pedro, también le dijo que Satanás lo había pedido para zarandearlo, pero que Él había rogado porque no le faltara la fe. De aquí podemos aprender que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra Satanás, La criada del sumo sacerdote no era la enemiga de Pedro, ella sólo fue el instrumento para llevar a cabo la prueba. Nuestros semejantes no son los enemigos que tenemos que vencer.
 
Por otra parte, vemos que la Palabra de Dios es absolutamente confiable y que siempre se cumple. En Su Palabra nos dice:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1a Corintios 10:13).
Dios sabía cuál era el límite de Pedro, no le hubiese sometido a una prueba como la que estaba pasando Jesús. Cuando Pedro se quiebra y llora, ahí termina la prueba y Dios le da la salida.
 
Dios no nos somete a pruebas para fastidiarnos o para hacernos sufrir gratuitamente ni para que caigamos y no podamos levantarnos, sino que nos somete a pruebas para que podamos identificar nuestras debilidades y dónde estamos fallando, de manera que podamos corregir aquello que no le es agradable a Dios. A través de las pruebas Dios está perfeccionando la obra que empezó en nosotros.
 
Finalmente es válido decir que nunca debemos envanecernos por ser discípulos del Señor. Quedó demostrado que no importa cuánto tiempo has caminado con Jesús, que tampoco cuenta lo que hayas hecho en el servicio para el Señor, las pruebas son inevitables y forman parte de nuestro crecimiento espiritual.

Como se señaló al principio, Pedro era el líder, el que había hecho la confesión más importante de toda la Biblia, el que había estado presente en los momentos más importantes del Maestro, pero no por eso fue eximido de las pruebas.
 
Pedro debía cambiar, porque pronto cumpliría un encargo de Jesús, muy importante: Guiar la grey del Señor.

Toda la gloria y la honra sean dadas a Dios.

martes, 9 de julio de 2024

LA COPA QUE JESÚS NO QUERÍA BEBER

 


Lectura: Marcos 14: 32-42

Cita: Marcos 14:36 “Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”

En su última visita al Getsemaní, en la víspera de su muerte, Jesús está angustiado hasta la muerte, ora al Padre diciendo: “aparta de mí esta copa.”


Jesús era hombre, pero también era Dios y como hombre experimentó profunda tristeza y angustia. Dice la Biblia que Jesús en el Getsemaní estaba en agonía y que era su sudor como grandes gotas de sangre. Era un sufrimiento inimaginable para cualquier ser humano.

Jesús ora y con gran clamor le pide al Padre que pase de Él aquella copa. ¿A qué copa se refería el Maestro? ¿Temor al sufrimiento físico o a la muerte? No. Él podía haber huido para no morir, estaba cerca el Jordán, pudo haberlo cruzado sin mayor dificultad y escapar como lo había hecho en otras ocasiones porque “su hora no había llegado”. Pero no lo hizo.

Jesús de antemano sabía que iba a morir y la clase de muerte que sufriría, a eso vino. Lo anunció varias veces durante su ministerio. Voluntariamente aceptó el Plan del Padre para pagar con su preciosa sangre el precio del pecado del hombre. No renunciaría a su misión. En él no había sombra de variación. Su decisión era firme. Jesús no quería retener su vida, sino darla a cambio de la salvación del pecador. Cristo asumió el compromiso de morir. Claro que, como hombre, el sufrimiento fue intenso, porque en todo debía ser semejante al hombre, pero nunca pecó.

Los creyentes sabemos que existe la muerte física y la muerte espiritual. Cuando alguien que no es salvo muere, su espíritu está condenado a la muerte eterna, es decir, a vivir separado de Dios por toda la eternidad. Su morada será el infierno.

El Plan de Salvación contemplaba que Jesús pagara el precio del pecado, cuya paga es la muerte espiritual. Y Jesús debía experimentar la separación de Dios para dar por consumada la Obra que el Padre le había encomendado.

La experiencia de la separación espiritual, que para Jesús siendo absolutamente Santo y Perfecto, fue el punto más doloroso del Plan. Y Jesús le pedía al Padre no que eso no ocurriese, sino que antes de que muriese físicamente, su comunión con Él fuese restaurada. Y esta es, sin ninguna duda, la copa que Jesús no quería beber.

Jesús es crucificado, a la hora tercera (9 am), luego a la hora sexta (12 md) hubo tinieblas hasta la hora novena (3 pm). En ese lapso de tinieblas Jesús exclama: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Si vemos, no le llama Padre, sino Dios. Es Cristo como hombre experimentando la separación espiritual del Padre y por primera y única vez, se rompe la comunión del Hijo del Hombre con el Padre. Algo verdaderamente espantoso, estar fuera de la presencia de Dios. Dice Marcos 14:28 “Y fue contado con los inicuos.” En este momento crucial es que fue pagada totalmente nuestra deuda de pecado.

A la hora novena, cuando las tinieblas desaparecen, Jesús clamó a gran voz y dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.”

Cuando Jesús vuelve a llamarle Padre, es porque ha sido restaurada su comunión. A esto se refiere Hebreos 5:7 “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.”

El Padre le escuchó y aunque estuvo separado de Él, por su temor reverente fue escuchado y le libró de la muerte espiritual.

 El proceso del Plan de Salvación llevado a cabo por Cristo nos enseña que es aun estando vivos que podemos restaurar nuestra relación con Dios y que luego de la muerte física pasaremos directamente a su presencia. Jesús nunca bajó al infierno, porque antes de morir físicamente recuperó su comunión con el Padre.

Así, nosotros los pecadores hemos estado muertos en delitos y pecados, separados de Dios. Pero al aceptar a Jesús como nuestro Salvador personal nos ha sido restaurada la comunión con Dios. Ahora somos hijos suyos y Él es nuestro Padre y tenemos vida eterna. 

Quienes son salvos, porque han aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, no tendrán que beber la amarga copa de la separación eterna de Dios.

 

 

sábado, 6 de julio de 2024

LA JUSTA IRA DE DIOS



 “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifestado, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:18-19)

En su presentación del evangelio, Pablo empieza explicando las razones que han motivado la justa ira de Dios contra el hombre y demuestra la culpabilidad de éste: 

PRIMERA RAZÓN: DIOS SE HA REVELADO Y NO LE HAN CREÍDO

Dios se ha manifestado a la humanidad a través de su Creación. El universo refleja el poder y la perfección de su Creador. No hay excusas, pues la Creación de Dios es evidente y tangible. No obstante, desde que el hombre desobedeció a Dios en el jardín del Edén, han surgido mentes que, con una lógica completamente ilógica, atribuyen la Creación a una explosión cósmica, la teoría del Big Bang. Otros la adjudican a la evolución. En definitiva, todas estas teorías absurdas buscan anular la realidad de un Dios omnipotente y negar su existencia.

LA SEGUNDA RAZÓN: EL HOMBRE LE HA DADO LA ESPALDA A ESA REVELACIÓN

El hombre le ha dado la espalda a Dios y Dios ha descargado su ira visible contra él. En los siguientes pasajes podemos constatarlo:

1. Adán y Eva, vieron la gloria de Dios, estuvieron cerca de Él y hablaban con Él. Después de pecar, se escondieron de Dios. Le dieron la espalda. (Génesis 3:6-7)

Ira de Dios: Les echa del Paraíso, los condena a muerte eterna y maldice la tierra. (Génesis 3:15-19)

2. Al multiplicarse el hombre, vio Dios que la maldad era mucha en la tierra (Génesis 6:5)

Ira de Dios: Envía un diluvio que destruyó todo lo que tenía vida (Génesis 7:21)

3. El orgullo del hombre cree que puede llegar al cielo sin necesidad de la ayuda de Dios, entonces deciden construir la torre de Babel. (Génesis 11:4)

Ira de Dios: Confunde el lenguaje de toda la tierra. (Génesis 11:9)

4. Sodoma y Gomorra caen en la depravación completa, la inmoralidad sexual es insufrible. (Génesis 18:20)

Ira de Dios: Envía fuego y azufre, destruye a las dos ciudades y a sus habitantes. (Génesis 19:24)

5. El pueblo de Israel continuamente violenta las leyes morales de Dios (Génesis Cap. 30 al 56)

Ira de Dios: Israel es sometido a esclavitud en Egipto, por 430 años. (Éxodo 12:40)

6. El pueblo de Israel, después de ser liberado por Dios, de la esclavitud, le da la espalda y hacen un becerro de oro para adorarle como a un dios. (Éxodo 32:7-8)

Ira de Dios: Se encendió la ira de Dios e hirió al pueblo, matando ese día a 23000. (Éxodo 32:35 y 1ª Corintios 10:8)

El Antiguo Testamento detalla numerosas ocasiones en las que la humanidad se alejó de Dios y cómo Él respondió con ira y sin misericordia. Sin embargo, los ejemplos mencionados son suficientes para ilustrar este punto.

7. Llegamos al Nuevo Testamento y vemos que Dios le muestra su gloria al hombre, una vez más. Envía a su Hijo unigénito: le humillan, le escarnecen, le rechazan y le crucifican. Hoy también le siguen rechazando, tanto incrédulos como practicantes de falsas religiones cristianas.

LA TERCERA RAZÓN: EL HOMBRE NO HA GLORIFICADO A DIOS NI LE HA DADO GRACIAS

¿Qué significa glorificar a Dios? Es confesar que Jesucristo es Dios y Señor de nuestra vida. (Filipenses 2:11) Que sólo por medio de Él podemos ser salvos y tener vida eterna.

Dios siente ira por la humanidad que ha rechazado a Su Hijo y ejecutará su juicio el “Día de la ira de Dios.”

LA CUARTA RAZÓN: EL HOMBRE SE ENVANECIÓ EN SUS RAZONAMIENTOS

Dice Pablo: “se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido, profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible.” (Romanos 1:21-23)

El hombre, impulsado por su rechazo a un Dios de ira y juicio, comenzó a utilizar su mente distorsionada para tejer argumentos filosóficos que cuestionan la existencia de ese Dios en el que los elegidos hemos creído, o lo contradicen tal como lo describe la Biblia. Rechazan la idea de que la Biblia sea la Palabra de Dios santa e infalible; es más, ni siquiera Satanás proclamaría tal absurdo. Sin embargo, el hombre, con su mente oscurecida, profiere tantas absurdidades que incluso Satanás se repugna ante la idea de acogerlos en su dominio.

Estas reflexiones humanas, bajo la influencia de una mente confundida, han llevado a la formulación no sólo de teorías filosóficas sin fundamento, sino también de religiones que han creado un dios benevolente, que no sanciona el pecado y permite que cada quien actúe según sus propios deseos. Un dios a imagen y semejanza del hombre.

Nadie ha visto a Dios, ya que es Espíritu, y el hombre ha intentado reducir a Dios a su propio nivel, creando con sus manos esculturas humanas para representarlo. La intención perversa detrás de esto es convencer a los ingenuos de que Dios es un hombre como nosotros y que su falta de revelación física es propia de un dios vanidoso y arrogante, al estilo de un actor de Hollywood. Sin embargo, los paparazzi astutos han pretendido capturarlo y despojarlo de su divinidad para mostrarlo al mundo en imágenes, las cuales son, por cierto, terribles. Así surgieron las representaciones de un dios con forma humana, con rostro bondadoso y sufriente, que perdona todo. Pero ese no es el verdadero Dios, sino un ídolo creado por la maldad del hombre pecador. Y Dios no perdonará la idolatría.

 El hombre reconocerá su error cuando venga el día de la ira de Dios, como es descrito en el libro de Sofonías 1:14-18.

“Dios está airado contra el impío cada día” (Salmo 7:11), y no perdonará a los hombres que no se arrepientan y que no reconozcan que Él es Soberano y que puede y tiene derecho de gobernar al hombre; porque Él lo creó.

La buena noticia es que DIOS DESEA SALVARNOS DE SU IRA y ofrecernos vida eterna a través de Jesucristo.

Cuando reflexiono sobre la ira de Dios, que con toda justicia podría haberse desatado sobre mí, sólo puedo llorar de gratitud infinita y estar agradecido en todo momento. Si esto no representa nada para quien no cree, claramente no está en los designios divinos ser salvado de tal ira.

Puedes estar seguro de que no te perderás por falta de oportunidad, sino por rechazar la oportunidad que Dios te brinda a través de sus mensajeros, quienes día tras día llevamos el mensaje de salvación a las almas que se han perdido.

La gloria y la honra sean dadas a Dios

martes, 2 de julio de 2024

DEPRAVACIÓN TOTAL

 


“Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.” (Romanos 5:12, Versión NBLA)

“...y éramos por naturaleza hijos de ira...” (Efesios 2:3)

 La Biblia nos enseña que después de la caída de nuestros primeros padres, Adán y Eva, todos los seres humanos han nacido con una naturaleza pecaminosa y corrupta, por tanto, todos estamos bajo la ira de Dios.

 Algunos pueden preguntar ¿Cuándo se convierte una persona en un pecador? La Biblia dice que nacemos con esa naturaleza, así se lee en Romanos 5:12. Esto es como preguntar ¿Cuándo se convierte en cerdo un cerdo? ¿Cuándo se revuelca por primera vez en el lodo, o ya nace así?

 Obviamente, el cerdo desde que es engendrado, ya es cerdo, y por su naturaleza, se revolcará en el lodo en cuanto pueda hacerlo. Igual sucede con la naturaleza pecaminosa del hombre, nace pecador y peca en cuanto le es posible hacerlo, aun cuando nadie se lo haya enseñado, esto podemos verlo en los niños, ellos mienten, se burlan de otros niños o los agreden.

 Pecamos porque nuestra naturaleza es pecaminosa. Nadie nace bueno, básicamente somos malos. En Jeremías 17:9 se lee “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

 No podemos negar que hay unos seres humanos más malos que otros; pero la Biblia dice que “bueno” no hay ni uno. (Romanos 3:10-12)

 La naturaleza pecaminosa del hombre es la base teológica de la Doctrina de la Depravación Total, la que describe nuestra condición caída delante de Dios.

 La palabra Depravado viene del latín depravatus, participio del verbo depravare. Este verbo se formó sobre la raíz del adjetivo pravus que en su origen significa torcido, desviado y malformado y que de un sentido físico pasó a aplicarse en sentido moral, con el valor de pervertido y malvado. (Diccionario Etimológico)

 La Doctrina de la Depravación Total del hombre, explica que el hombre nace con una naturaleza pecaminosa que le impulsa a pecar. El pecado puede manifestarse de una y mil maneras, cada uno escoge el color de pecado que le apetece. Pero bueno, medio bueno o un poco bueno, no hay ninguno.

Antes de la caída, el ser humano era perfecto y mantenía una comunión íntima con Dios, gozando de acceso directo a su Creador y comunicándose directamente con Él. Sin embargo, cuando el ser humano pecó, se vio separado de Dios, ya que la naturaleza santa de Dios no puede coexistir con el pecado. Cualquier pecador no arrepentido permanece apartado de Dios, lo que significa que Dios no escucha ni bendice a esa persona. Dios es bueno, pero inmutable en sus decisiones; si no seguimos sus reglas, nos rechaza. Por lo tanto, no hay que creer en la falsedad de que Dios ama y bendice a todos indiscriminadamente porque Él es amor. Dios es un Dios de amor, pero también de justicia, y no eximirá una deuda. Si tenemos una deuda con Él, la exigirá y no mostrará misericordia.

 Cuando se echó a perder la imagen perfecta del hombre, Dios no sólo lo echó del Paraíso, sino que profirió maldiciones sobre él y sobre la tierra. (Génesis 3: 13-19). Una de esas maldiciones es la aparición del dolor, la enfermedad y el sufrimiento. Esta condición, por sí sola, convierte al hombre en un ser depravado (torcido, desviado).

El hombre tiene una deuda de pecado con Dios y el precio es la vida eterna. Para poder pagar su deuda, tendría que liberarse de su naturaleza pecaminosa, ser perfecto como Dios, y eso es imposible. El hombre se encuentra en bancarrota, tiene el alma podrida por el pecado y un cuerpo que se corrompe y muere. ¿Con qué le pagará el hombre a Dios si en él no hay nada de valor?

 La única manera de pagarle a Dios es tener un fiador que salde nuestra deuda, y éste es precisamente nuestro Señor Jesucristo. A eso vino, por eso murió en la cruz del Calvario, para ser nuestro fiador y pagar nuestra deuda y declararnos libres delante de Dios el Padre. Sólo aceptando a Cristo como nuestro Salvador podremos regresar a la Casa de nuestro Padre Celestial.

 Creer simplemente en Dios, no salva. Pertenecer a una iglesia, no salva. Creerse bueno, no salva. Pagarle a Dios nuestra deuda de pecado por medio de Jesucristo, es lo único que salva. Por amor a nuestros semejantes predicamos esta verdad de vida o muerte, porque al igual que Dios, no queremos que ninguno viva su eternidad en el infierno.

 La gloria y la honra sean dadas a Dios

sábado, 29 de junio de 2024

LA LEY DE LOS HOMBRES VS LA LEY DE DIOS

 


Lectura: 1º Crónicas 21:1-13

Cita: 1º Crónicas 21:13 Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero no caiga en manos de los hombres.

En los Juegos Olímpicos "Beijing 2008", el equipo de atletas femenino de Estados Unidos, en la semifinal de relevo 4x100, figuraba como favorito para ganar.  Sin embargo, en forma desconcertante, una de las atletas que llevaba ventaja, dejó caer la estafeta, quedando dramáticamente eliminadas.

En todas las esferas de la actividad humana, hay leyes que dictan cómo debe actuar el hombre. Los deportes no son una excepción. Hay historias de atletas que se entrenan durante jornadas largas y agotadoras para competir y ganar la medalla de oro, pero por un error quedan descalificados. Esas son las reglas del juego, y no hay lugar para la consideración; el mundo acepta los errores sin debate.

Es notablemente contrastante la actitud del hombre al enfrentar la responsabilidad de obedecer las leyes de Dios; las cuestiona por ser demasiado estrictas o inflexibles. Como si el Creador no tuviera el derecho de establecer leyes y exigir su observancia.

Los librepensadores y algunos artistas abogan por un mundo más tolerante, donde las normas, leyes y preceptos no sean una carga para el individuo, permitiéndole vivir libremente. Sin embargo, esta perspectiva puede llevar a un caos moral, ignorando que las leyes divinas existen para proteger a la humanidad y fomentar el bienestar común.

Sin embargo, cuando el hombre aplica sus propias leyes, en ellas no existe margen de misericordia.  Vimos como fueron eliminadas las atletas de nuestra historia.

Dios sí sabe tener misericordia.  David lo entendió claramente y afirmó, en justicia, que prefería caer en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo, y no caer en manos de los hombres. La ley de los hombres no perdona el más mínimo error.  Sólo Dios es capaz de perdonar cualquier transgresión, por grande o por negra que sea.

Cuando botas la estafeta, cuando pecas, Dios no sólo te perdona, sino que por sus muchas misericordias te restituye la estafeta y te alienta para que llegues a la meta como un vencedor. Además de perdonar, nos regala salvación y vida eterna.

Hoy te invito a acudir a Jesús de Nazaret como el único que puede tener misericordia y perdonar tus pecados si se los confiesas.

 Pensamiento: En el diccionario de Dios no existe la palabra eliminación, sino el perdón ilimitado.