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sábado, 29 de junio de 2024

LA LEY DE LOS HOMBRES VS LA LEY DE DIOS

 


Lectura: 1º Crónicas 21:1-13

Cita: 1º Crónicas 21:13 Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero no caiga en manos de los hombres.

En los Juegos Olímpicos "Beijing 2008", el equipo de atletas femenino de Estados Unidos, en la semifinal de relevo 4x100, figuraba como favorito para ganar.  Sin embargo, en forma desconcertante, una de las atletas que llevaba ventaja, dejó caer la estafeta, quedando dramáticamente eliminadas.

En todas las esferas de la actividad humana, hay leyes que dictan cómo debe actuar el hombre. Los deportes no son una excepción. Hay historias de atletas que se entrenan durante jornadas largas y agotadoras para competir y ganar la medalla de oro, pero por un error quedan descalificados. Esas son las reglas del juego, y no hay lugar para la consideración; el mundo acepta los errores sin debate.

Es notablemente contrastante la actitud del hombre al enfrentar la responsabilidad de obedecer las leyes de Dios; las cuestiona por ser demasiado estrictas o inflexibles. Como si el Creador no tuviera el derecho de establecer leyes y exigir su observancia.

Los librepensadores y algunos artistas abogan por un mundo más tolerante, donde las normas, leyes y preceptos no sean una carga para el individuo, permitiéndole vivir libremente. Sin embargo, esta perspectiva puede llevar a un caos moral, ignorando que las leyes divinas existen para proteger a la humanidad y fomentar el bienestar común.

Sin embargo, cuando el hombre aplica sus propias leyes, en ellas no existe margen de misericordia.  Vimos como fueron eliminadas las atletas de nuestra historia.

Dios sí sabe tener misericordia.  David lo entendió claramente y afirmó, en justicia, que prefería caer en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo, y no caer en manos de los hombres. La ley de los hombres no perdona el más mínimo error.  Sólo Dios es capaz de perdonar cualquier transgresión, por grande o por negra que sea.

Cuando botas la estafeta, cuando pecas, Dios no sólo te perdona, sino que por sus muchas misericordias te restituye la estafeta y te alienta para que llegues a la meta como un vencedor. Además de perdonar, nos regala salvación y vida eterna.

Hoy te invito a acudir a Jesús de Nazaret como el único que puede tener misericordia y perdonar tus pecados si se los confiesas.

 Pensamiento: En el diccionario de Dios no existe la palabra eliminación, sino el perdón ilimitado.

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