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lunes, 24 de junio de 2024

VIOLENCIA: ¿CESARÁ?

Lectura: Habacuc 1:1-11

Cita: Habacuc 1:2 “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, ¿y no salvarás?”

Habacuc escribe esta profecía después de la muerte de Salomón, cuando Israel se había dividido y sólo quedaba el reino de Judá.

Había habido muchos reyes en Judá, y la sociedad paulatinamente iba olvidando la ley de Dios, cayendo en la corrupción y en toda clase de injusticias. Pero el pueblo vivía en una especie de acomodamiento y nadie decía nada. Se habían acostumbrado a la injusticia.

Nuestra sociedad actual bien cabe en la descripción hecha. Hoy la explotación de los pobres, la corrupción en todos los niveles, la violencia en las calles, los pecados de sodomía, el aborto, las drogas, el alcohol y la indiferencia de los gobiernos, son realidades a las que nos hemos acomodado.

No existe temor de Dios, el libertinaje está destruyendo la institución familiar. Los valores y los principios establecidos por Dios son considerados obsoletos.

Y las personas que viven en ese libertinaje piensan que pueden hacer con su vida lo que les dé la gana. Esta manera de pensar es el colmo del egoísmo humano; porque de por medio existe una familia que sufre, una madre que vive en agonía sufriendo por sus hijos perdidos. La conducta de los descarriados afecta no sólo a la familia, sino a los amigos y a toda la sociedad; porque el hombre temeroso de Dios también sufre cuando ve tanta corrupción y muchas veces se siente impotente ante la maldad.

Pero lo cierto es que el cristiano no debería sentirse impotente como se sintió Habacuc, porque debe recordar que en este mundo también moran los hijos de Satanás y que su misión es hacer lo malo y arrastrar a otros al camino de perdición. Como creyentes debemos apartarnos de esa gente y dejar que Dios haga justicia. Nuestra mirada debe estar puesta en Dios, no en los hijos de Satanás que nos quieren robar la paz.

Hay que reconocer que esa gente que ha caído tan bajo es culpable por haberse alejado de Dios. La pregunta de Habacuc, ¿Por qué Dios, hasta cuándo permitirás tanta violencia e injusticia?, prácticamente inculpa a Dios, pero Dios no tienta a nadie, el hombre es el único responsable de sus malas decisiones.

La respuesta a la pregunta de Habacuc sería: Hasta cuando haya fe en cada ser humano. Hasta cuando seamos justos como Dios es justo.

Parece un sueño, y en verdad lo es, la historia da fe de ello, nunca ha habido ni paz ni justicia en la tierra. Sólo Cristo es la esperanza. Cuando Él vuelva otra vez, entonces cesará la violencia y no habrá más injusticia. Entonces nuestro sueño será realidad.

Mientras eso sucede, el creyente debe tener paz en su corazón y tener la certeza de que Dios está obrando su perfecta voluntad y que Él tiene el control absoluto de todo. Que nuestra tarea debe ser la obediencia a Dios. No podemos arreglar los problemas del mundo, no podemos usurpar el Trono de Dios, sentarnos en su lugar y convertir este mundo en un paraíso. Si Dios no lo ha hecho es porque Él es justo y no dejará sin castigo al impío.

Pensamiento: No podemos cambiar el sistema imperante en el mundo, pero podemos cambiar nuestro corazón si Jesucristo habita en nosotros.

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